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lunes, 23 de junio de 2008

LA BATALLA POR EL PODER

Camarada Napoleón / Rebelión en la granja / George Orwell


A menos de dos años de las próximas elecciones presidenciales en Colombia, el panorama político ya tiene en la arena a los posibles candidatos. De igual manera, se empiezan a configurar alianzas, acercamientos y acuerdos con miras a lo que será la contienda electoral más interesante de los últimos años, máxime cuando estará determinada por la voluntad de Uribe de hacerse reelegir o la sensatez de dar un paso al costado y así evitar la tan famosa “hecatombe”.

Y en el partidor hay de todo un poco: sindicalistas conversos, neoliberales arrepentidos, pedagogos abstractos, maestros intelectuales, ex guerrilleros ablandados, guerreristas agazapados y matemáticos ilustrados. Eso sin contar los patos que se lanzarían al agua a esperar el guiño del pato mayor en caso de que éste decida salirse del ruedo. Todos se aprestan entonces para jugar su papel en esta “farsa de la política”

Cada uno de forma estratégica ha decidido interpretar su propio libreto. El otrora sindicalista y ex alcalde de Bogotá –Lucho Garzón- optó por renegar de su pasado “mamerto”, lamentándose de haberle metido tanto “Estado al mercado” y ahora se la juega por ubicarse en el centro del espectro político, desligándose de la izquierda representada por el Polo Democrático y haciéndole de paso un favor al establecimiento, al socavar la tan necesaria unidad de la izquierda democrática colombiana. Por eso anda de coqueteos con el partido liberal, especialmente con su jefe único, a quien tanto atacó por neoliberal en sus días de militancia en la CUT. ¿Es esto entonces una muestra de la evolución de su pensamiento? O más bien ¿Una calculada jugada política y electorera?

El padre de la apertura económica en Colombia, ahora amo y señor del partido Liberal –Cesar Gaviria- está probando el terreno, midiendo reacciones, ofreciéndose solapadamente a ser una opción para suceder a Uribe. Cosa bastante utópica dado que no cuenta con mucha popularidad y es mirado como representante de esa despreciada clase dirigente tradicional. Está tratando de acomodar a su partido en la centro izquierda, por eso la alianza con Lucho Garzón, y aunque se ufana de liderar el partido más grande del país, parece poco probable que los colombianos vayan a creer nuevamente en un partido, como están las cosas, si no es Uribe, será alguien que no provenga precisamente de las toldas partidistas.

Antanas Mockus no ha destapado abiertamente su intención, pero se sabe que hace parte del abanico de posibilidades, tiene a su favor que nadie puede reprocharle falta de ética en su accionar político y no esta matriculado en ningún partido, este hombre seria una buena opción, pero no tiene la suficiente fuerza, quizás siendo formula de otro candidato podría ser interesante.

El Maestro Carlos Gaviria debe estar lamentándose de la indisciplina de sus copartidarios (Petro, Lucho y compañía) que ahora les dio por ganar indulgencias ajenas a costillas de criticas a su partido. Colombia aún no esta madura para tener un presidente de la talla del Maestro Gaviria, y en ese orden de ideas una persona verdaderamente de izquierda, no un personaje cooptado, ni alienado por el “statu quo”, que no considere rentable electoralmente seguir sosteniendo sus convicciones ideológicas.

La era posturibe no será presidida por un líder de izquierda, por lo menos mientras siga en el escenario la guerrilla, desafortunadamente seguirá siendo un lastre para la izquierda colombiana en la medida en que a pesar de su tajante rechazo a dicho grupo y a la “combinación de todas las formas de lucha” es un fantasma que la derecha no dudará en explotar para meterle miedo a la población y por tanto conminarla a seguir apoyando una propuesta de “mano dura” por encima de una pacifista y conciliatoria.

A Gustavo Petro jamás le perdonaran su pasado guerrillero, y por eso difícilmente llegará a ser presidente (al menos en el mediano plazo) se le abona su lucha frontal contra el paramilitarismo y ojalá no le de por seguir los pasos de Lucho bajándose del barco del Polo.

Muchos creen que el primero en la línea es Germán Vargas Lleras, aunque no tiene asegurado el guiño de Uribe. También no pocos consideran que este personaje es más duro y radical que el propio presidente. Tiene una aceitada maquinaria con Cambio Radical, pero con todo el escándalo de la parapolitica seguramente se vera afectado, nada tendría de raro que termine haciéndole oposición a Uribe y en alianzas con otros opositores.

Por último, está el matemático Sergio Fajardo. El ex alcalde de Medellín que puede ser la gran sorpresa en la próxima contienda. De todos, es el mejor perfilado, se ha logrado desmarcar de la etiqueta uribista o antiuribista, es un tipo muy inteligente, con vocación para el dialogo y lo más importante, convencido de la necesidad de la educación para sacar este pueblo de la ignorancia. No pertenece a ninguna camarilla política, ni a ninguna familia de abolengo, no está matriculado en ideología alguna, más allá de la conciencia de ser un ciudadano preocupado por las problemáticas de su país. Su figura genera esperanza y seria una buena opción para liderar la transición posturibista al lado de un equipo profesional y honesto. ¿Seria mucho pedir que Mockus fuera su vicepresidente?

Ojalá se diera este matrimonio.

¿Qué opina usted?

lunes, 5 de mayo de 2008

UNA PROPUESTA PARA MI GENERACIÓN


Promover el emprendimiento, la cultura ciudadana, la asociatividad y el trabajo en red, deberían ser las tareas de esta nueva generación. En una época de tanta y profunda polarización política, los jóvenes debemos tomar una posición, además de ideológica, practica, que responda a nuestras necesidades actuales y de cuenta de nuestros principales obstáculos para tener una vida digna y útil a la sociedad en la que nos tocó vivir.

Si nuestros padres escasamente alcanzarán a “disfrutar” de una pensión, ¿qué nos espera a nosotros? Ser empleado hoy en día ya no es garantía de estabilidad. Los trabajadores que duraban 15, 20 o más años en una misma empresa hoy están en vía de extinción; las nuevas generaciones acceden a trabajos “express”, con menos garantías laborales y expuestos a ser despedidos en cualquier momento bajo el típico argumento de la “reducción de personal” y en el peor de los casos, puedes continuar, pero con un salario que en nada compensa lo invertido en tu formación. Lo triste es que no pocos se ven obligados a aceptar, porque supuestamente, “no hay más” y las obligaciones apremian.

Ante un panorama tan desolador ¿Cuál es el camino a seguir? Indudablemente el camino a seguir es el del emprendimiento. Obviamente no es fácil, máxime si se tiene en cuenta que el grueso de los colombianos hemos accedido a una educación concebida para producir obreros en masa, empleados calificados. La formación empresarial ha estado reservada para un pequeño núcleo de la población. Pero hoy en día, esta brecha puede ser superada; los recursos en Internet, los cursos de emprendimiento dictados por entidades como el SENA, Bogota Emprende, Jóvenes con empresa, entre otros; dan la posibilidad de formarse y desarrollar las competencias necesarias para identificar oportunidades de negocio y crear empresa. Con eso pasaríamos de ser simples espectadores y de estar a la espera de ese empleo “soñado” a ser generadores de empleo digno, con responsabilidad social, solidarios y concientes de nuestro papel en el desarrollo del país.

Ahora bien, esa actitud emprendedora debe ir acompañada por una cultura ciudadana. No basta con tener el deseo de crear empresa, sino que, es necesario aprender a vigilar lo público, a hacerle veeduría a la calidad del servicio que se ofrece, a exigir el cumplimiento de los mandatos ciudadanos a quienes nos representan en los diferentes estamentos, a hacerle seguimiento a las políticas publicas. Tener cultura ciudadana también implica saber elegir a nuestros gobernantes, participar activamente en los procesos de elección, no ser indiferentes, combatir la abstención electoral, no dejar que unos pocos elijan por todos. En fin, tener plena conciencia que el ser ciudadanos implica gozar de derechos, pero también se tiene la obligación de cumplir unos deberes; y el de vigilar y controlar es el más importante de ellos.

Pero esa tarea no la hace sólo un individuo. Es necesario asociarse, trabajar en grupo, y más que en grupo, en equipo. Crear sinergias, unir fuerzas y cuando fuere menester, actuar con espíritu de cuerpo. De esa manera las iniciativas que se emprendan tendrán mayor posibilidad de salir adelante y sobre todo, las demandas o inquietudes que se tengan pueden ser mas fácilmente escuchadas. Ejemplos de las bondades de la asociatividad –tanto en el mundo animal, como en el social- hay de sobra. Las hormigas, las termitas, las abejas, son una muestra de lo que se puede construir trabajando todos para el mismo objetivo. Y en el mundo social, pues se tienen los sindicatos, cooperativas, agremiaciones y federaciones que tienen una gran influencia sobre la vida política, económica y social del país, y por tanto utilizan su poder para el beneficio de sus asociados. ¿Qué podría hacer entonces una hormiga, una termita o una abeja sola? Nada, simplemente resignarse a morir. Lo mismo pasa en el mundo social, si estamos solos, si no tenemos socios estratégicos, estamos condenados al ostracismo o a conformarnos con migajas.

Después de constituir sólidas asociaciones, la siguiente tarea es buscar trabajar en red, lo cual, aumenta las oportunidades y disminuye el riesgo. Cuando se tiene una red de contactos, una red de amigos, una red de aliados, es más fácil socializar lo que se está trabajando, es más fácil hacer llegar a miles de personas lo que se esta pensando, y en ese orden de ideas, la retroalimentación es más prolífica. Trabajando en red se encuentran soluciones ágiles y creativas, se optimiza y cualifica la labor de las organizaciones porque comparten experiencias y saberes. De esa forma, cumplir con los objetivos trazados es más real, en fin, trabajar en red es un verdadero apalancamiento.

Con esto en mente, pienso que se puede diseñar una hoja de ruta para esta nueva generación. Jóvenes que sin pertenecer a familias de cuna, ni portar apellidos de abolengo, podemos y debemos hacer algo por nuestro país. Para ello debemos iniciar por nuestro entorno: la comunidad, el barrio, la localidad, el colegio, la universidad, el municipio y la gran ciudad. Cada uno de estos escenarios es una representación en micro de nuestra sociedad, de modo que al ser parte de ellos tenemos la posibilidad de ser protagonistas y ponernos la camiseta para que construyamos algo realmente grande de abajo hacia arriba y no sigamos esperando pasivamente lo que de arriba quieran enviar para abajo.

Terminaré diciendo que todo lo anterior es solamente una primera aproximación. La idea es profundizar detalladamente en cada una de las cuatro tareas planteadas y lo más importante poder encontrar eco en personas que compartan esta visión para empezar a ponerla en practica.

¿Cuándo empezará usted?

lunes, 14 de abril de 2008

Y ESTA GENERACIÓN… ¿QUÉ?


¿En que andamos los jóvenes de hoy? ¿Qué percepción tienen nuestros mayores de las nuevas generaciones? ¿Cuál será nuestro legado para quienes vienen detrás de nosotros? ¿Seremos acaso una generación perdida, domesticada y alienada? Cada nueva generación tiene una responsabilidad histórica ¿Cuál será la nuestra? Este articulo lo escribo pensando especialmente en aquellos que nacimos en las postrimerías de los años 70s y en los albores de los 80s, es decir, para los que hoy merodeamos por los 23 y 32 años y nos tocó vivir en el país del sagrado corazón, en una época marcada por la degradación de un longevo conflicto, que sin quererlo, hemos tenido que heredar.

Haciendo una comparación con los jóvenes de antaño, encuentra uno que a pesar de los avances tecnológicos y de la posibilidad de acceder al conocimiento; los jóvenes de hoy somos más perezosos, leemos menos, pocos nos esforzamos por conocer nuestra historia, y es común dar con personajes contagiados de “importaculismo”.

“Nunca como en la actualidad hemos experimentado tanta pobreza intelectual”. Así lo escribe en uno de sus libros mi maestro de universidad (Luis Roberto) Los jóvenes de hoy andamos pensando en “los huevos del gallo” mostrando poco o ningún interés en la construcción de un mejor país; una política más transparente, sin tanto “ladrón de cuello blanco”; sin fuerzas oscuras que con la ayuda de inescrupulosos y corruptos políticos se tomaron el poder publico y ahora posan como “santos inocentes” y perseguidos. De modo que para eliminar de la escena a estos inmundos personajes, los jóvenes de hoy debemos leer más, atrevernos a escribir, a expresar abiertamente nuestro punto de vista, a formar grupos de debate, a pensar en las cosas del país, a ser mas veedores, a cuidar lo publico, a fiscalizar, etc.

Pero ¿Qué tan lejos estamos de ser una generación con postura, con sentido critico? Nuestros mayores tienen su opinión dividida frente a los jóvenes de hoy. Unos nos ven como la esperanza, como la generación que por fin va a encaminar al país por la senda del desarrollo y la justicia social, a pesar del funesto legado de odio y violencia que nos han dejado. Otros, -parafraseando a mi maestro- piensan que los jóvenes no cultivamos el cerebro, que estamos confundidos, que nuestras angustias las resolvemos en el vicio: alcohol, drogas, sexo… Que nada sabemos de cómo marcha la economía del país, mucho menos del país en el que vivimos. Y del mundo globalizado: ¡Qué vamos a saber! ¡Pero si estamos en la universidad!!! ¡Pero si somos profesionales!!!

Tampoco hay que ser injustos. Esta generación tiene de todo; exponentes muy brillantes, pilos, comprometidos, que en verdad están trabajando anónimamente por su país. Sin embargo, carecemos de identidad, estamos polarizados, no nos ponemos de acuerdo a la hora de definir cuales son los principales problemas del país, ni mucho menos cual debería ser nuestro rol en la solución de los mismos. Lejos estamos de aquella generación de la Séptima Papeleta, quienes nos dejaron el legado de una nueva Constitución, liberal y progresista. Nosotros, si no hacemos algo, le vamos a dejar a nuestros sucesores un Estado capturado por la mafia, con gobernantes demagogos, corruptos, clientelistas, populistas, con vocación de perpetuidad en el poder, que cambian las reglas del juego democrático a su antojo y que haciendo uso de las mas finas estrategias propagandísticas se hace al favor de un amplio sector de la sociedad que no se alarma ante la inminente concentración del poder.

Personalmente, me resisto a creer que vayamos a ser una generación perdida. Hoy más que nunca, Colombia requiere una juventud comprometida, pensante, combativa en las ideas, en los argumentos, libre de dogmatismos ideológicos; vacunados contra males como la ignorancia, el pensamiento único, la alineación y el fervor por un gobernante.

Esta generación puede ser entonces la de los emprendedores sociales y empresariales. La de aquellos que promovieron el trabajo solidario y cooperativo por encima de la competencia; la de los generadores de empleo y bienestar; la que con valentía y decisión sacó de la escena política a los corruptos, ladrones, picaros y vividores que se tomaron la administración del Estado.

Esto es, pues, lo que piensa un miembro más de esta generación, convencido de la importancia de la palabra escrita y del positivo efecto que la misma puede tener en las mentes de quienes invierten parte de su tiempo en la lectura de estas humildes reflexiones.

lunes, 10 de marzo de 2008

EL ANALFABETISMO POLITICO



El analfabetismo político es uno de los principales problemas padecidos por Colombia. En apariencia no existe, pero sus consecuencias han sido lamentables en la medida en que las malas elecciones o la negativa a participar de los procesos políticos han facilitado la llegada al poder de grupos o individuos ávidos de explotar las arcas del Estado o de colocar éste al servicio de intereses particulares, en detrimento de la atención a los grandes dificultades sociales.

Pero… ¿Es la ignorancia política responsabilidad del individuo? O por el contrario: ¿No será acaso ésta inducida por aquellos que han detentado el poder históricamente, quienes ven como una amenaza a sus privilegios la formación política de los electores? En realidad, ambos tienen su cuota.

Por un lado, todo ciudadano –por el hecho de serlo- está en la obligación de: conocer la historia de su país, aprender a discernir con claridad cual es la mejor opción política, no dejarse influenciar por las presiones de los grandes medios, tener su propia postura ideológica, acorde –claro está- a su respectivo contexto. Pero una cosa es el deseo y otra muy diferente la realidad.

En Colombia, cuando la gente asume una posición política, muchos lo hacen más llevados por las apariencias, sin una seria reflexión; no tienen en cuenta su entorno, sus intereses, ni mucho menos evalúan los efectos que pueden tener sobre su futuro las decisiones que toman por ellos. Por eso, no es raro ver personas de estratos bajos, amas de casa, obreros, sindicalistas, gays, estudiantes universitarios de clase media, docentes, profesionales, entre otros; defendiendo una diestra ideología que en cabeza de unos cuantos poco a poco va minando la democracia.

Esos son los que se benefician del analfabetismo político. Para ellos, entre más ignorante sea el pueblo, mas fácil se hace su manipulación; se le enreda con falaces argumentos que encuentran un eco mediático y para ganar sus simpatías, explotan sentimientos patrioteros difíciles de resistir por parte de un cerebro vulnerable. Tan efectivas son sus estrategias que cuando algunos se atreven a controvertir sus sofismas, son tildados de antipatriotas, lo mismo que condenados y maltratados por aquellos a quienes intentan abrirles los ojos.

De modo que, el analfabetismo político también es inducido, y las estrategias para ello son absolutamente efectivas y poderosas. En esa tarea juega un papel determinante el sistema educativo en todos sus niveles; en la escuela no se enseña a los jóvenes a pensar, ni a tener una actitud critica frente a su realidad. Aparentemente la universidad es el espacio para el debate, pero en muchas ni siquiera se promueve, pareciera que el único interés fuera producir dóciles obreros en masa para el mercado laboral, sin una posición política definida, más allá de la dictada por los ya nombrados grandes medios. De ahí que no sea raro ver profesionales -que supuestamente tuvieron una formación integral- apáticos frente a la política, como si esta no afectara nuestra vida; indiferentes frente al sufrimiento del otro, frente al infortunio de aquellos que no tuvieron la posibilidad de acceder a una universidad.

Para colmo, el analfabetismo político es el que permite ver y aceptar con normalidad un hecho injusto y contradictorio. Es éste la obligación de prestar servicio militar. Te venden la idea de que es un compromiso con tu país, pero a la hora de pedirle al Estado en cabeza de quienes lo administran, que te eduque y te de la posibilidad de entrar a una Universidad, ahí si te saca el cuerpo, argumentando que no hay presupuesto, al contrario, de a poco se va reduciendo la escasa cobertura de la universidad pública.

Así las cosas, a un colombiano de a pie no le queda más remedio que colocarse a trabajar por un mísero salario, formar una familia y tratar de mantenerla con lo poco que gana. En ese escenario que le va a quedar tiempo para dedicarse a pensar en cosas políticas, lo mismo le da quien gobierne el país, y al servicio de que intereses.

En resumidas cuentas, por todo lo anterior, el analfabetismo político en una nación como la nuestra, parece imposible de erradicar. Salvo que algún día tomemos conciencia de la importancia y presencia de la política en nuestras vidas y al fin actuemos en consecuencia.

martes, 4 de marzo de 2008

EL PRECIO DE LA GUERRA


Siempre será menos costoso buscar la paz por la vida del dialogo que por los caminos de la guerra. En el caso colombiano en los últimos diez años se han intentado las dos opciones, de ahí que valdría la pena preguntarse ¿Cuál ha sido el precio?

En este país todo el mundo habla de paz y justifican sus acciones como necesarias para alcanzarlas. La guerrilla dice que su lucha es por la paz de Colombia (y eso no se lo creen si no ellos). Las mal llamadas “autodefensas” señalan que surgieron como una respuesta a los atrocidades de la insurgencia y que su lucha también era por la paz. Y el gobierno actual, -después de un fracasado proceso de paz del ex presidente Pastrana- llegó al poder con la tesis, según la cual, la única senda para alcanzar la paz era la solución militar a la “amenaza terrorista”.

Durante los últimos seis años, el país (por lo menos un amplio sector) ha estado sintonizado con la llamada política de “seguridad democrática”, la cual tiene como objetivo derrotar militarmente a la guerrilla o por lo menos, reducirla a tal punto que la obligue a negociar bajo las condiciones impuestas por el gobierno.

Con el visto bueno de quienes eligieron y reeligieron al presidente Uribe, éste, empezó a hacer la tarea con un amplio cheque en blanco y un respaldo que han dejado en un segundo plano y minimizados los grandes errores de su gobierno, a la gente no le interesan sus fallos, al contrario, cada vez que la embarra, es rodeado y quienes lo respaldan cierran filas en torno suyo.

La última muestra de esta actitud es lo que está pasando con Ecuador. Quien desató la crisis fue el presidente Uribe al violar la soberanía del país hermano; el problema no fue la muerte de Raúl Reyes, al fin y al cabo estaba alzado en armas contra el Estado y en cualquier momento podía ser dado de baja en combate. La cuestión es que no se puede entrar a un territorio ajeno como “Pedro por su casa” porque eso trae los problemas que ahora estamos viviendo y ante los ojos del mundo el gobierno colombiano podria quedar muy mal parado.

En cuanto al problema con Venezuela, eso ya es harina de otro costal. Está claro que por mucho que se critique al presidente Uribe, que no se compartan sus políticas de gobierno, que no se esté de acuerdo con la forma como está gobernando el país, no se pueden aceptar, ni mucho menos tolerar, los insultos e improperios descarados de Chávez, gústenos o no, Uribe es el jefe del Estado y un extranjero no puede venir a maltratarlo de esa manera. Además, eso lo único que logra es despertar el nacionalismo y el orgullo patrio de los colombianos y por tanto el apoyo unánime al presidente.

El precio de esta guerra ya no solamente será en el orden interno, el conflicto se ha internacionalizado, las relaciones con Venezuela y Ecuador van de mal en peor; el gobierno ha decidido jugársela por destapar ante la comunidad internacional los “nexos” del gobierno ecuatoriano con las farc y denunciar a Chaves ante la corte penal internacional por su supuesto apoyo a grupos terroristas; estos dos actos, en vez de solucionar la crisis, contribuirá a escalarla. Lo demás, será un verdadero polvorín con consecuencias impredecibles.

El gobierno y quienes lo respaldan ya están jugados, no hay vuelta atrás; ojalá que el precio que paguemos por esta apuesta no resulte bastante costoso, (sobre todo a nivel humanitario) si por el contrario, este es el mejor camino, pues bienvenido sea y que Dios nos ampare porque lo que se viene lo vamos a lamentar.
En fin, como dicen sus más fervorosos y entusiastas seguidores:

"Adelante presidente!!!" (y cuidado con el abismo)

martes, 5 de febrero de 2008

CRÓNICA DE UNA MARCHA MACONDIANA


Sin importar contra quien se marche, es válido y respetable que se haga. No obstante, la tan publicitada marcha nuevamente puso en evidencia nuestra particular idiosincrasia y confirma por enésima vez, que en Colombia la realidad supera la fantasía, no en vano vivimos en la tierra del creador de Macondo.

Mucho se dijo sobre el tema, pero quiero escribir algo al respecto como para que los colombianos del futuro se asombren de nuestras “perlas”.

Todo comenzó entonces con la convocatoria lanzada a través de Facebook por un grupo de jóvenes colombianos “de bien”, dicha convocatoria denominada “un millón de voces contra las farc” tuvo tal acogida que en poco tiempo alcanzó repercusión en los grandes medios de comunicación y respaldo de sectores políticos, económicos y sociales que se vieron identificados con la “causa” (hasta Mancuso desde su “penoso” y “tortuoso” sitio de reclusión la apoyó) e inmediatamente pusieron al servicio de la misma toda su capacidad mediática para que la marcha fuera un éxito.

Y al llamado acudieron todo tipo de gentes “aparentemente” sin distingos de ninguna clase; supuestamente, en ésta oportunidad no debían importar las simpatías políticas pues se trataba de una causa nacional, que debía ser apoyada por todos los colombianos sin excepción, de no ser así, se corría el peligro de ser tildado de apátrida o simpatizante con los “terroristas”.

Decir que todo el pueblo colombiano se “solidarizó” con la jornada es una falacia, pues eso significaría silenciar la indignación de un sector que le parecía inaudito que se hiciera semejante despliegue para protestar solamente contra uno de los actores del conflicto, que si bien es cierto han cometido atrocidades y horrendos crímenes de lesa humanidad, no son los únicos causantes de la violencia en Colombia, a ella han contribuido notablemente los grupos paramilitares y hasta el Estado mismo que ha sido incluso condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Ahora bien, argumentaron los defensores de la marcha que ésta debía ser concreta contra alguien, por eso la consigna de “no mas farc”, el problema con esa posición es que se envía un mensaje incompleto al mundo y es que se cubren de impunidad los demás grupos armados, iguales de terroristas, asesinos, masacradores y violentos que las guerrillas, cuya única diferencia en estos momentos es que están en el bando de los “ganadores” y con la marea política a su favor (recuérdese que al final estos siempre escriben la historia)

Por mucho que se esforzaron los promotores de la marcha, ésta termino politizada, y los días previos a la misma fueron de dura batalla entre los simpatizantes y los opositores de la jornada. Bastaba con revisar el grupo de facebook para darse cuenta de la intolerancia de unos y otros; reinó por aquellos días una ambiente desagradable donde los insultos y señalamientos oprobiosos estuvieron a la orden del día.

Hasta los mas encumbrados “opinadores” del país, se expresaron al respecto y tampoco fueron ajenos a la división. Los opositores consideraban que esa no era nada más que una estrategia del gobierno para legitimar su guerra a muerte contra las farc y los defensores negaban el carácter político de la marcha y la rescataban más bien como la manifestación de la “sociedad civil” cansada del terrorismo de este grupo.

En fin, lo cierto es que no hubo unidad; quedó en evidencia una vez más que el pueblo esta polarizado y los grandes medios de comunicación tienen una alta cuota de responsabilidad en ello. De igual manera, por muy multitudinaria que haya sido, fue una marcha sin efectos prácticos, porque lo urgente en estos momentos es el intercambio humanitario y este tipo de combatividad en vez de acércalo, lo aleja.

Debemos marchar y pedir todos al unisono que las partes se sienten a negociar y que acaben con este conflicto de una vez por todas, así no solamente tendremos un intercambio humanitario, sino, una Colombia en paz. Ya se “negoció” con los paras, ahora llegó la hora de hacerlo con las guerrillas, porque entre más tiempo dejemos pasar, más serán las victimas que tendremos que lamentar.

martes, 11 de diciembre de 2007

EL PERIODISMO UNIVERSITARIO ¿EL QUINTO PODER?


La semana pasada hacia una crítica al pobre rol de los grandes medios de comunicación como veedores de las prácticas gubernamentales y como más bien, ejercían una notable influencia en la formación de la mentalidad sumisa. De igual forma, hacía la salvedad sobre el hecho de que afortunadamente existían los medios alternativos que de una manera independiente y ética informan, pero sobre todo forman a la comunidad.

Entre dichos medios alternativos de comunicación se encuentra el periodismo escrito universitario. Ahora bien, ¿Cuál es su realidad actual? ¿Cuál es su presencia y su influencia en la población estudiantil colombiana? ¿Es una prensa independiente o está sujeta a la voluntad de las directivas de las respectivas instituciones? Y lo que en gran parte de los casos es lo más complicado a la hora de sacar adelante proyectos de esta índole ¿Cómo se financian?

El periodismo universitario colombiano está todavía muy lejos de tener alcance nacional, sigue siendo marginal, de hecho, son muy pocos los que son conocidos más allá de su propia universidad de origen. Por otro lado, a diferencia de la prensa tradicional –quienes se encuentran debidamente agremiados en ANDIARIOS- la prensa universitaria no cuenta con ninguna asociación, ni actúan en red para colaborarse en su labor; salvo contadas excepciones, son muy pocos los premios y los reconocimientos que se le han hecho a quienes han incursionado en este campo; que no siempre son estudiantes o profesionales de la comunicación.

Al no trabajar entonces mancomunadamente, se pierde la oportunidad de hacer frente común para procurar la solución de los problemas propios de la vida universitaria y de la juventud en general; mucho menos se nota la influencia en la discusión de los temas de índole nacional. Lo cual es lamentable, ya que se supone que de la academia y sus protagonistas (los estudiantes) deberían salir unas creativas formulas para combatir los males del país; el más de ellos, la ignorancia política.

Periodismo universitario si hay, pero de los pocos periódicos que existen la mayoría dependen considerablemente de presupuestos institucionales, son muy contados -casi inexistentes- los que se mantienen de una forma totalmente independiente, y menos los que son conformados exclusivamente por estudiantes; quienes de una manera casi quijotesca tratan de mantener a flote un medio que les de la oportunidad de expresar su sentir y pensar sobre los asuntos de su universidad y del país.

De manera que si los grandes medios son considerados como el cuarto poder; si la prensa universitaria se organizara, se agremiara, si actuara en conjunto, bien podría constituirse en el quinto poder. Porque a diferencia del ciudadano del común, el universitario es más contestatario, no traga tan entero, no se le puede enredar tan fácil. (Aunque como en todo, hay excepciones)

Ahí puede estar entonces el quinto poder, en el periodismo universitario, ojalá independiente, autónomo, al servicio de la verdad y no de unos intereses particulares; consciente de la importancia que podría llegar a adquirir en la formación política de la ciudadanía en general, además del necesario control y veeduría de los recursos que (por cierto son tan pocos) se invierten en la educación.

martes, 4 de diciembre de 2007

LA FORMACIÓN DE LA MENTALIDAD SUMISA


Se dice que los medios de comunicación son el cuarto poder; además del ejecutivo, el legislativo y el judicial. En un país como Colombia: ¿qué tan cierto será dicha afirmación? ¿No serán por el contrario los grandes medios unos apéndices del ejecutivo? ¿Son éstos realmente independientes, objetivos y éticos? ¿Contribuyen efectivamente con la formación política, social y ciudadana de los individuos?

Vicente Romano, -autor del libro que da nombre a éste articulo- señala acertadamente que la “fe en la información ha producido la impresión de que la prensa, la radio y la televisión son medios de información o comunicación; si se miden por su volumen de producción sirven sobre todo al reclamo publicitario y al entretenimiento. La prensa del corazón es más numerosa que la de información general (por eso no es raro que la revista TV y Novelas sea la mas leída en Colombia, por encima incluso de la revista SEMANA) y se utilizan primordialmente, no para reducir la ignorancia, sino para cubrir temporal y ficticiamente los déficit emocionales con la distracción para matar el tiempo”

Sería injusto incluir en una misma canasta a todos los medios de comunicación, por fortuna, existen los medios alternativos, quienes en una quijotesca labor tratan de resistir a los embates de las multinacionales mediáticas, las cuales acuden constantemente a la manipulación, “produciendo deliberadamente mensajes que no concuerdan con la realidad social” –como diría Romano- para crear opiniones en incautos espectadores que creen ingenuamente en la “loable” defensa del bien común por parte de dichos medios, cuando lo cierto es que sólo actúan en defensa de unos intereses particulares e incluso hasta de clase. Tan efectivos son esos mensajes que han logrado sumir a la mayoría de los colombianos en una especie de letargo e hipnosis colectiva en la que es difícil darse cuenta que somos victimas de la imposición de una realidad virtual y por ende vivimos de espaldas a la verdadera realidad.

En el siglo XXI entonces, los medios, los que otrora tumbaran gobiernos y fueran veedores de las practicas gubernamentales, ahora están al servicio de quienes detentan el poder económico, que son los mismos que en ultimas sustentan el poder político y se dan sus mañas para controlar también el poder del conocimiento. Es decir, el que tiene el oro hace las reglas y las impone; y el ignorante creyéndose culto, dócilmente las acepta.

Porque de sumisos es de lo que está lleno éste país; de personajes que sólo se nutren de las informaciones oficiales y que no acuden a otras fuentes para contrastar las mentiras que a diario salen de palacio, se conforman con repetir los mismos y manidos argumentos que no resisten la fuerza del análisis pero que finalmente terminan imponiéndose gracias al eco de los grandes medios.

¿Estamos entonces ante una sociedad sumisa? ¿Una sociedad que ha personificado la política y que en medio de su desespero ha depositado su suerte en las manos de un individuo que se cree el salvador? ¿Cuál ha sido la responsabilidad de los grandes medios en dicho fenómeno?

Lo cierto es que hay que estar atentos, mantener los ojos abiertos y no creer ciegamente en todo lo que nos bombardean a diario como supuesta información los grandes medios de comunicación, se debe acudir también a otras fuentes, se debe contrastar, sopesar, analizar; porque en un país tan complejo como el nuestro se corre el riesgo de emitir juicios basados en informaciones prefabricadas y con otras intenciones menos las de informar.

En fin, a toda costa se debe evitar tener una mentalidad sumisa.