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lunes, 5 de mayo de 2008

UNA PROPUESTA PARA MI GENERACIÓN


Promover el emprendimiento, la cultura ciudadana, la asociatividad y el trabajo en red, deberían ser las tareas de esta nueva generación. En una época de tanta y profunda polarización política, los jóvenes debemos tomar una posición, además de ideológica, practica, que responda a nuestras necesidades actuales y de cuenta de nuestros principales obstáculos para tener una vida digna y útil a la sociedad en la que nos tocó vivir.

Si nuestros padres escasamente alcanzarán a “disfrutar” de una pensión, ¿qué nos espera a nosotros? Ser empleado hoy en día ya no es garantía de estabilidad. Los trabajadores que duraban 15, 20 o más años en una misma empresa hoy están en vía de extinción; las nuevas generaciones acceden a trabajos “express”, con menos garantías laborales y expuestos a ser despedidos en cualquier momento bajo el típico argumento de la “reducción de personal” y en el peor de los casos, puedes continuar, pero con un salario que en nada compensa lo invertido en tu formación. Lo triste es que no pocos se ven obligados a aceptar, porque supuestamente, “no hay más” y las obligaciones apremian.

Ante un panorama tan desolador ¿Cuál es el camino a seguir? Indudablemente el camino a seguir es el del emprendimiento. Obviamente no es fácil, máxime si se tiene en cuenta que el grueso de los colombianos hemos accedido a una educación concebida para producir obreros en masa, empleados calificados. La formación empresarial ha estado reservada para un pequeño núcleo de la población. Pero hoy en día, esta brecha puede ser superada; los recursos en Internet, los cursos de emprendimiento dictados por entidades como el SENA, Bogota Emprende, Jóvenes con empresa, entre otros; dan la posibilidad de formarse y desarrollar las competencias necesarias para identificar oportunidades de negocio y crear empresa. Con eso pasaríamos de ser simples espectadores y de estar a la espera de ese empleo “soñado” a ser generadores de empleo digno, con responsabilidad social, solidarios y concientes de nuestro papel en el desarrollo del país.

Ahora bien, esa actitud emprendedora debe ir acompañada por una cultura ciudadana. No basta con tener el deseo de crear empresa, sino que, es necesario aprender a vigilar lo público, a hacerle veeduría a la calidad del servicio que se ofrece, a exigir el cumplimiento de los mandatos ciudadanos a quienes nos representan en los diferentes estamentos, a hacerle seguimiento a las políticas publicas. Tener cultura ciudadana también implica saber elegir a nuestros gobernantes, participar activamente en los procesos de elección, no ser indiferentes, combatir la abstención electoral, no dejar que unos pocos elijan por todos. En fin, tener plena conciencia que el ser ciudadanos implica gozar de derechos, pero también se tiene la obligación de cumplir unos deberes; y el de vigilar y controlar es el más importante de ellos.

Pero esa tarea no la hace sólo un individuo. Es necesario asociarse, trabajar en grupo, y más que en grupo, en equipo. Crear sinergias, unir fuerzas y cuando fuere menester, actuar con espíritu de cuerpo. De esa manera las iniciativas que se emprendan tendrán mayor posibilidad de salir adelante y sobre todo, las demandas o inquietudes que se tengan pueden ser mas fácilmente escuchadas. Ejemplos de las bondades de la asociatividad –tanto en el mundo animal, como en el social- hay de sobra. Las hormigas, las termitas, las abejas, son una muestra de lo que se puede construir trabajando todos para el mismo objetivo. Y en el mundo social, pues se tienen los sindicatos, cooperativas, agremiaciones y federaciones que tienen una gran influencia sobre la vida política, económica y social del país, y por tanto utilizan su poder para el beneficio de sus asociados. ¿Qué podría hacer entonces una hormiga, una termita o una abeja sola? Nada, simplemente resignarse a morir. Lo mismo pasa en el mundo social, si estamos solos, si no tenemos socios estratégicos, estamos condenados al ostracismo o a conformarnos con migajas.

Después de constituir sólidas asociaciones, la siguiente tarea es buscar trabajar en red, lo cual, aumenta las oportunidades y disminuye el riesgo. Cuando se tiene una red de contactos, una red de amigos, una red de aliados, es más fácil socializar lo que se está trabajando, es más fácil hacer llegar a miles de personas lo que se esta pensando, y en ese orden de ideas, la retroalimentación es más prolífica. Trabajando en red se encuentran soluciones ágiles y creativas, se optimiza y cualifica la labor de las organizaciones porque comparten experiencias y saberes. De esa forma, cumplir con los objetivos trazados es más real, en fin, trabajar en red es un verdadero apalancamiento.

Con esto en mente, pienso que se puede diseñar una hoja de ruta para esta nueva generación. Jóvenes que sin pertenecer a familias de cuna, ni portar apellidos de abolengo, podemos y debemos hacer algo por nuestro país. Para ello debemos iniciar por nuestro entorno: la comunidad, el barrio, la localidad, el colegio, la universidad, el municipio y la gran ciudad. Cada uno de estos escenarios es una representación en micro de nuestra sociedad, de modo que al ser parte de ellos tenemos la posibilidad de ser protagonistas y ponernos la camiseta para que construyamos algo realmente grande de abajo hacia arriba y no sigamos esperando pasivamente lo que de arriba quieran enviar para abajo.

Terminaré diciendo que todo lo anterior es solamente una primera aproximación. La idea es profundizar detalladamente en cada una de las cuatro tareas planteadas y lo más importante poder encontrar eco en personas que compartan esta visión para empezar a ponerla en practica.

¿Cuándo empezará usted?