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martes, 29 de abril de 2008

EL URIBISMO ¿UNA NUEVA RELIGIÓN?

Caricatura de Vladdo, 2007

Muchas son las explicaciones que podrían darse a propósito de la popularidad del presidente Uribe. Por supuesto, estas vienen mediadas por la posición que se tenga frente a su gobierno. Si se es uribista, es obvio que lo consideran el mejor presidente que ha tenido el país. Por el contrario, sus detractores realizan denodados esfuerzos para no sucumbir ante la avalancha mediática y analizar la situación colombiana con la fuerza de la razón dejando a un lado la emoción y los argumentos superfluos. En esta oportunidad entonces se intentará una explicación más, pero esta vez tratando de hacer una analogía con la religión y los elementos que la constituyen, toda vez que he encontrado algunas coincidencias con el fenómeno del “uribismo” y que en la presente semana quiero compartir con ustedes.

Según Antony Jay (2002) para que una religión sea efectiva requiere: fe, doctrina, culto colectivo y un ser supremo. Estos elementos aplican perfectamente para describir lo que se conoce como el “uribismo”. Veamos: la fe es la “creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón”. Quienes se definen como “uribistas” manifiestan abiertamente su fe en el presidente, y es tanto el fervor hacia su figura que por muy sólidos y fuertes que sean los argumentos en contra de su gobierno, sus seguidores no aceptan razones, de hecho, prefieren descalificar a quien se atreve a criticar a su “viejo querido”. Este crítico viene a ser como el hereje, quien, tal y como lo señala Jay (2002) “debe ser descartado no por la probabilidad de que esté equivocado, sino porque podría tener razón.”

El segundo elemento es la doctrina. Y es claro que la religión uribista tiene la suya. En palabras del “filosofo” e “ideólogo” de palacio, ésta se conoce como el “cuerpo de doctrina del uribismo” y según este mismo personaje “marcará la historia nacional” sus dogmas mas significativos son: I) En Colombia no existe un conflicto armado sino una amenaza terrorista. II) La distinción entre izquierda y derecha es ambigua y pertenece a los días de la guerra fría. III) La seguridad democrática es el único camino para alcanzar la paz. IV) El que no está con Colombia (con Uribe) está con el terrorismo. V) Todo aquel que piense diferente y este en contra del gobierno es simpatizante de la guerrilla. Entre otros.

El culto colectivo de esta nueva religión esta representado por ese 84% de colombianos que creen en su presidente. El rebaño es variado: campesinos, obreros, estudiantes, amas de casa, profesores, religiosos, militares, artistas, empresarios, ganaderos, caficultores; todos, -sin excepción- eficazmente orientados (o quizás ¿desorientados?) por unos poderosos e influyentes medios de comunicación que como nunca antes están alineados alrededor de la Casa de Nariño. Y así como la Iglesia Católica cuenta con su Opus Dei, su Compañía de Jesús, sus Dominicos y Franciscanos; esta nueva religión tiene su Cambio Radical, su Convergencia Ciudadana, su Alas Equipo Colombia, su Colombia Viva, su Partido Conservador y su oportunista partido de la U. (también como los católicos, con algunas de sus ovejas descarriadas) En fin, sus fieles se cuentan por millones, y éstos estarían dispuestos a dar su voto cuantas veces sea menester para continuar con el “privilegio” de tener un presidente de semejante talante, único e irrepetible en la historia patria.

Ha sido tanto el fanatismo que ha despertado el presidente Uribe, que incluso es considerado “un ser supremo” he aquí el cuarto elemento de esta nueva religión. De hecho, se considera que es un hombre de “inteligencia superior” que está más allá del bien y del mal, es un superdotado, sobrenatural, con un poder de resistencia tal que es capaz de trabajar durante 24 horas seguidas y con el don de la ubicuidad y sobre todo infalible, nunca se equivoca, su palabra es verbo divino, es vox dei. Cualquier ataque a su gestión es un sacrilegio, una ofensa, una calumnia, una persecución. Es un Mesías, es el enviado que ha venido a liberarnos de las garras de la subversión.

Tales son, en síntesis, los cuatro elementos de esta nueva religión. Además, tiene también sus propios ritos, a saber: en vez de una eucaristía, se le rinde culto al salvador en largos consejos comunales, donde es prohibido ofender a la divinidad. Tiene sus símbolos: la mano fuerte y el corazón grande, la agüita de valeriana, el sombrero y el poncho. Cuenta también con sus sumos sacerdotes que propagan la nueva doctrina a lo largo y ancho, no solo de Colombia sino del mundo bajo el lema de “Colombia es pasión”. Tiene en su nomina al equivalente del recientemente fallecido Cardenal López Trujillo, cuya misión es estigmatizar y perseguir al opositor político (el mismo que funge de “filosofo e ideólogo y jefe de propaganda”) y como religión que se respete cuenta con la anuencia del establecimiento económico, mediático, político y clerical. Y como si fuera poco, alimentan su fe con sus propios
mandamientos. (Leerlos, si quiere)

Concluyamos, entonces, que sí es posible hablar del “uribismo” como una nueva religión, cuyos estrategas han sido muy hábiles en el manejo de la imagen de su líder, y en la combinación de todos los elementos anteriormente nombrados, tanto que, en tan solo seis años lograron construir una verdadera y exitosa maquinaria, sin embargo, al parecer, correrá la misma suerte que el antiguo imperio romano, que llego a su fin por su propio peso.

Juzgue usted.




Referencias

Jay, Antony (2002) “Maquiavelo: lecciones para directivos” Ediciones Gestión 2000, Barcelona

Manifiesto Uribista
http://donalvar.blogspot.com/2006/11/manifiesto-uribista.html

http://www.wordreference.com/definicion/fe

martes, 4 de marzo de 2008

EL PRECIO DE LA GUERRA


Siempre será menos costoso buscar la paz por la vida del dialogo que por los caminos de la guerra. En el caso colombiano en los últimos diez años se han intentado las dos opciones, de ahí que valdría la pena preguntarse ¿Cuál ha sido el precio?

En este país todo el mundo habla de paz y justifican sus acciones como necesarias para alcanzarlas. La guerrilla dice que su lucha es por la paz de Colombia (y eso no se lo creen si no ellos). Las mal llamadas “autodefensas” señalan que surgieron como una respuesta a los atrocidades de la insurgencia y que su lucha también era por la paz. Y el gobierno actual, -después de un fracasado proceso de paz del ex presidente Pastrana- llegó al poder con la tesis, según la cual, la única senda para alcanzar la paz era la solución militar a la “amenaza terrorista”.

Durante los últimos seis años, el país (por lo menos un amplio sector) ha estado sintonizado con la llamada política de “seguridad democrática”, la cual tiene como objetivo derrotar militarmente a la guerrilla o por lo menos, reducirla a tal punto que la obligue a negociar bajo las condiciones impuestas por el gobierno.

Con el visto bueno de quienes eligieron y reeligieron al presidente Uribe, éste, empezó a hacer la tarea con un amplio cheque en blanco y un respaldo que han dejado en un segundo plano y minimizados los grandes errores de su gobierno, a la gente no le interesan sus fallos, al contrario, cada vez que la embarra, es rodeado y quienes lo respaldan cierran filas en torno suyo.

La última muestra de esta actitud es lo que está pasando con Ecuador. Quien desató la crisis fue el presidente Uribe al violar la soberanía del país hermano; el problema no fue la muerte de Raúl Reyes, al fin y al cabo estaba alzado en armas contra el Estado y en cualquier momento podía ser dado de baja en combate. La cuestión es que no se puede entrar a un territorio ajeno como “Pedro por su casa” porque eso trae los problemas que ahora estamos viviendo y ante los ojos del mundo el gobierno colombiano podria quedar muy mal parado.

En cuanto al problema con Venezuela, eso ya es harina de otro costal. Está claro que por mucho que se critique al presidente Uribe, que no se compartan sus políticas de gobierno, que no se esté de acuerdo con la forma como está gobernando el país, no se pueden aceptar, ni mucho menos tolerar, los insultos e improperios descarados de Chávez, gústenos o no, Uribe es el jefe del Estado y un extranjero no puede venir a maltratarlo de esa manera. Además, eso lo único que logra es despertar el nacionalismo y el orgullo patrio de los colombianos y por tanto el apoyo unánime al presidente.

El precio de esta guerra ya no solamente será en el orden interno, el conflicto se ha internacionalizado, las relaciones con Venezuela y Ecuador van de mal en peor; el gobierno ha decidido jugársela por destapar ante la comunidad internacional los “nexos” del gobierno ecuatoriano con las farc y denunciar a Chaves ante la corte penal internacional por su supuesto apoyo a grupos terroristas; estos dos actos, en vez de solucionar la crisis, contribuirá a escalarla. Lo demás, será un verdadero polvorín con consecuencias impredecibles.

El gobierno y quienes lo respaldan ya están jugados, no hay vuelta atrás; ojalá que el precio que paguemos por esta apuesta no resulte bastante costoso, (sobre todo a nivel humanitario) si por el contrario, este es el mejor camino, pues bienvenido sea y que Dios nos ampare porque lo que se viene lo vamos a lamentar.
En fin, como dicen sus más fervorosos y entusiastas seguidores:

"Adelante presidente!!!" (y cuidado con el abismo)

martes, 5 de febrero de 2008

CRÓNICA DE UNA MARCHA MACONDIANA


Sin importar contra quien se marche, es válido y respetable que se haga. No obstante, la tan publicitada marcha nuevamente puso en evidencia nuestra particular idiosincrasia y confirma por enésima vez, que en Colombia la realidad supera la fantasía, no en vano vivimos en la tierra del creador de Macondo.

Mucho se dijo sobre el tema, pero quiero escribir algo al respecto como para que los colombianos del futuro se asombren de nuestras “perlas”.

Todo comenzó entonces con la convocatoria lanzada a través de Facebook por un grupo de jóvenes colombianos “de bien”, dicha convocatoria denominada “un millón de voces contra las farc” tuvo tal acogida que en poco tiempo alcanzó repercusión en los grandes medios de comunicación y respaldo de sectores políticos, económicos y sociales que se vieron identificados con la “causa” (hasta Mancuso desde su “penoso” y “tortuoso” sitio de reclusión la apoyó) e inmediatamente pusieron al servicio de la misma toda su capacidad mediática para que la marcha fuera un éxito.

Y al llamado acudieron todo tipo de gentes “aparentemente” sin distingos de ninguna clase; supuestamente, en ésta oportunidad no debían importar las simpatías políticas pues se trataba de una causa nacional, que debía ser apoyada por todos los colombianos sin excepción, de no ser así, se corría el peligro de ser tildado de apátrida o simpatizante con los “terroristas”.

Decir que todo el pueblo colombiano se “solidarizó” con la jornada es una falacia, pues eso significaría silenciar la indignación de un sector que le parecía inaudito que se hiciera semejante despliegue para protestar solamente contra uno de los actores del conflicto, que si bien es cierto han cometido atrocidades y horrendos crímenes de lesa humanidad, no son los únicos causantes de la violencia en Colombia, a ella han contribuido notablemente los grupos paramilitares y hasta el Estado mismo que ha sido incluso condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Ahora bien, argumentaron los defensores de la marcha que ésta debía ser concreta contra alguien, por eso la consigna de “no mas farc”, el problema con esa posición es que se envía un mensaje incompleto al mundo y es que se cubren de impunidad los demás grupos armados, iguales de terroristas, asesinos, masacradores y violentos que las guerrillas, cuya única diferencia en estos momentos es que están en el bando de los “ganadores” y con la marea política a su favor (recuérdese que al final estos siempre escriben la historia)

Por mucho que se esforzaron los promotores de la marcha, ésta termino politizada, y los días previos a la misma fueron de dura batalla entre los simpatizantes y los opositores de la jornada. Bastaba con revisar el grupo de facebook para darse cuenta de la intolerancia de unos y otros; reinó por aquellos días una ambiente desagradable donde los insultos y señalamientos oprobiosos estuvieron a la orden del día.

Hasta los mas encumbrados “opinadores” del país, se expresaron al respecto y tampoco fueron ajenos a la división. Los opositores consideraban que esa no era nada más que una estrategia del gobierno para legitimar su guerra a muerte contra las farc y los defensores negaban el carácter político de la marcha y la rescataban más bien como la manifestación de la “sociedad civil” cansada del terrorismo de este grupo.

En fin, lo cierto es que no hubo unidad; quedó en evidencia una vez más que el pueblo esta polarizado y los grandes medios de comunicación tienen una alta cuota de responsabilidad en ello. De igual manera, por muy multitudinaria que haya sido, fue una marcha sin efectos prácticos, porque lo urgente en estos momentos es el intercambio humanitario y este tipo de combatividad en vez de acércalo, lo aleja.

Debemos marchar y pedir todos al unisono que las partes se sienten a negociar y que acaben con este conflicto de una vez por todas, así no solamente tendremos un intercambio humanitario, sino, una Colombia en paz. Ya se “negoció” con los paras, ahora llegó la hora de hacerlo con las guerrillas, porque entre más tiempo dejemos pasar, más serán las victimas que tendremos que lamentar.