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martes, 4 de marzo de 2008

EL PRECIO DE LA GUERRA


Siempre será menos costoso buscar la paz por la vida del dialogo que por los caminos de la guerra. En el caso colombiano en los últimos diez años se han intentado las dos opciones, de ahí que valdría la pena preguntarse ¿Cuál ha sido el precio?

En este país todo el mundo habla de paz y justifican sus acciones como necesarias para alcanzarlas. La guerrilla dice que su lucha es por la paz de Colombia (y eso no se lo creen si no ellos). Las mal llamadas “autodefensas” señalan que surgieron como una respuesta a los atrocidades de la insurgencia y que su lucha también era por la paz. Y el gobierno actual, -después de un fracasado proceso de paz del ex presidente Pastrana- llegó al poder con la tesis, según la cual, la única senda para alcanzar la paz era la solución militar a la “amenaza terrorista”.

Durante los últimos seis años, el país (por lo menos un amplio sector) ha estado sintonizado con la llamada política de “seguridad democrática”, la cual tiene como objetivo derrotar militarmente a la guerrilla o por lo menos, reducirla a tal punto que la obligue a negociar bajo las condiciones impuestas por el gobierno.

Con el visto bueno de quienes eligieron y reeligieron al presidente Uribe, éste, empezó a hacer la tarea con un amplio cheque en blanco y un respaldo que han dejado en un segundo plano y minimizados los grandes errores de su gobierno, a la gente no le interesan sus fallos, al contrario, cada vez que la embarra, es rodeado y quienes lo respaldan cierran filas en torno suyo.

La última muestra de esta actitud es lo que está pasando con Ecuador. Quien desató la crisis fue el presidente Uribe al violar la soberanía del país hermano; el problema no fue la muerte de Raúl Reyes, al fin y al cabo estaba alzado en armas contra el Estado y en cualquier momento podía ser dado de baja en combate. La cuestión es que no se puede entrar a un territorio ajeno como “Pedro por su casa” porque eso trae los problemas que ahora estamos viviendo y ante los ojos del mundo el gobierno colombiano podria quedar muy mal parado.

En cuanto al problema con Venezuela, eso ya es harina de otro costal. Está claro que por mucho que se critique al presidente Uribe, que no se compartan sus políticas de gobierno, que no se esté de acuerdo con la forma como está gobernando el país, no se pueden aceptar, ni mucho menos tolerar, los insultos e improperios descarados de Chávez, gústenos o no, Uribe es el jefe del Estado y un extranjero no puede venir a maltratarlo de esa manera. Además, eso lo único que logra es despertar el nacionalismo y el orgullo patrio de los colombianos y por tanto el apoyo unánime al presidente.

El precio de esta guerra ya no solamente será en el orden interno, el conflicto se ha internacionalizado, las relaciones con Venezuela y Ecuador van de mal en peor; el gobierno ha decidido jugársela por destapar ante la comunidad internacional los “nexos” del gobierno ecuatoriano con las farc y denunciar a Chaves ante la corte penal internacional por su supuesto apoyo a grupos terroristas; estos dos actos, en vez de solucionar la crisis, contribuirá a escalarla. Lo demás, será un verdadero polvorín con consecuencias impredecibles.

El gobierno y quienes lo respaldan ya están jugados, no hay vuelta atrás; ojalá que el precio que paguemos por esta apuesta no resulte bastante costoso, (sobre todo a nivel humanitario) si por el contrario, este es el mejor camino, pues bienvenido sea y que Dios nos ampare porque lo que se viene lo vamos a lamentar.
En fin, como dicen sus más fervorosos y entusiastas seguidores:

"Adelante presidente!!!" (y cuidado con el abismo)

martes, 29 de enero de 2008

¿EL FIN DE LAS FARC?



Si nos ajustáramos a las versiones oficiales, todo parecería indicar que el fin de las FARC está cerca. Las desmovilizaciones masivas, el rechazo a ser parte de un canje de algunos de sus militantes que hoy están en las cárceles, la perdida de varios de sus más importantes comandantes, entre otros, Martin Caballero, JJ y el Negro Acacio (cuyo frente prácticamente se desintegró) la escalada mediática en su contra, el ofrecimiento de recompensas a cuadrillas que se entreguen junto con los secuestrados, la avanzada diplomática del gobierno ante la comunidad internacional, el rechazo de la inmensa mayoría de los colombianos ante sus constantes violaciones a los derechos humanos y su falta de sensatez que da muestra del predominio del ala militar sobre la política al interior de su movimiento; y la más reciente, la supuesta enfermedad terminal de su jefe máximo, Manuel Marulanda Vélez.

Todas las anteriores circunstancias, más otras que seguramente se me escapan, serian suficientes para creer en el ánimo triunfalista y por ende guerrerista del gobierno actual, que anda pregonando a los cuatro vientos en boca de nuestros generales de la República y no pocos columnistas de opinión, el principio del fin de toda esa "manada de terroristas".

Pero… ¿Qué tan cierto será tanta belleza?, no mucho; aunque es indudable que la tan cacareada política de "seguridad democrática" ha sido efectiva en su propósito de lograr el repliegue de la guerrilla y el fortalecimiento del Estado por lo menos a nivel militar, ya que las fuerzas armadas pasaron de la defensiva a la ofensiva con resultados innegablemente notables que han hecho que la toma de pueblos enteros, las “pescas milagrosas” y el ataque a bases militares que dejaba como saldo decenas de militares asesinados y secuestrados prácticamente sean cosa del pasado. De igual manera, en justicia hay que reconocer la disminución del índice de secuestros, el aumento de la confianza inversionista, el control de la inflación, el apoyo a los emprendedores con programas como el fondo emprender del Sena; y el crecimiento económico, aunque dicho sea de paso ha beneficiado realmente solo a unos pocos y por tanto a concentrado aun más la riqueza, afectándose la redistribución de la misma.

El "único" lunar entonces para el progreso y desarrollo del país es la presencia de grupos terroristas como las FARC (por lo menos eso es lo que intentan hacernos creer) de modo que su eliminación es perentoria; ahora, ¿en verdad está cerca su final? Mucho me temo que no, si por algo se ha caracterizado esta guerrilla es por su capacidad de adaptación al entorno ideológico, político y militar, no han vano han sobrevivido tanto tiempo; y si no fueron capaces de derrotarlos cuando eran unos "pobres harapientos" por allá en la década de los sesenta, mucho menos ahora que, replegados y todo siguen teniendo un poderío económico y militar que no se va a derrotar de la noche a la mañana.

Me atrevo a afirmar más bien que muy hábilmente esa es la impresión que quieren vender desde Palacio para generar la sensación de que el fin está cerca y que por tanto se hace necesario rodear al presidente en su batalla contra estos "bandidos", a los que no se les puede dar respiro, por eso es imposible –desde su óptica- un despeje, porque significaría darle ventaja a los terroristas. El peligro de esta postura es que fácilmente con este argumento se pueden crear las condiciones necesarias para una nueva reelección, metiéndole miedo a la población al asustarla con el fantasma de las FARC y sus aliados internacionales (véase Chávez), de manera que con esa excusa tendríamos que aguantar otros cuatro años más de lo mismo.

Entonces, ¿Por qué habría de creerse en el supuesto fin de las FARC? Al respecto, debe recordarse que ya Uribe incumplió una vez, pues su principal promesa de campaña para la presidencia en el 2002 era que derrotaría a la guerrilla en 18 meses y ya han pasado 66 y el conflicto antes está aun más degradado.

Lo triste de todo esto es la cantidad de victimas que ha dejado esta confrontación y parece que de nada han servido 40 años de historia para aprender la lección; y hoy, una nueva generación asiste a una obra repetida hasta el cansancio, en la que sus actores persisten porfiadamente en seguir un libreto que en ultimas conduce a ninguna parte.

De manera que, ¿Estamos realmente ante el fin de las FARC?

Juzguen ustedes.