
Siempre será menos costoso buscar la paz por la vida del dialogo que por los caminos de la guerra. En el caso colombiano en los últimos diez años se han intentado las dos opciones, de ahí que valdría la pena preguntarse ¿Cuál ha sido el precio?
En este país todo el mundo habla de paz y justifican sus acciones como necesarias para alcanzarlas. La guerrilla dice que su lucha es por la paz de Colombia (y eso no se lo creen si no ellos). Las mal llamadas “autodefensas” señalan que surgieron como una respuesta a los atrocidades de la insurgencia y que su lucha también era por la paz. Y el gobierno actual, -después de un fracasado proceso de paz del ex presidente Pastrana- llegó al poder con la tesis, según la cual, la única senda para alcanzar la paz era la solución militar a la “amenaza terrorista”.
Durante los últimos seis años, el país (por lo menos un amplio sector) ha estado sintonizado con la llamada política de “seguridad democrática”, la cual tiene como objetivo derrotar militarmente a la guerrilla o por lo menos, reducirla a tal punto que la obligue a negociar bajo las condiciones impuestas por el gobierno.
Con el visto bueno de quienes eligieron y reeligieron al presidente Uribe, éste, empezó a hacer la tarea con un amplio cheque en blanco y un respaldo que han dejado en un segundo plano y minimizados los grandes errores de su gobierno, a la gente no le interesan sus fallos, al contrario, cada vez que la embarra, es rodeado y quienes lo respaldan cierran filas en torno suyo.
La última muestra de esta actitud es lo que está pasando con Ecuador. Quien desató la crisis fue el presidente Uribe al violar la soberanía del país hermano; el problema no fue la muerte de Raúl Reyes, al fin y al cabo estaba alzado en armas contra el Estado y en cualquier momento podía ser dado de baja en combate. La cuestión es que no se puede entrar a un territorio ajeno como “Pedro por su casa” porque eso trae los problemas que ahora estamos viviendo y ante los ojos del mundo el gobierno colombiano podria quedar muy mal parado.
En cuanto al problema con Venezuela, eso ya es harina de otro costal. Está claro que por mucho que se critique al presidente Uribe, que no se compartan sus políticas de gobierno, que no se esté de acuerdo con la forma como está gobernando el país, no se pueden aceptar, ni mucho menos tolerar, los insultos e improperios descarados de Chávez, gústenos o no, Uribe es el jefe del Estado y un extranjero no puede venir a maltratarlo de esa manera. Además, eso lo único que logra es despertar el nacionalismo y el orgullo patrio de los colombianos y por tanto el apoyo unánime al presidente.
El precio de esta guerra ya no solamente será en el orden interno, el conflicto se ha internacionalizado, las relaciones con Venezuela y Ecuador van de mal en peor; el gobierno ha decidido jugársela por destapar ante la comunidad internacional los “nexos” del gobierno ecuatoriano con las farc y denunciar a Chaves ante la corte penal internacional por su supuesto apoyo a grupos terroristas; estos dos actos, en vez de solucionar la crisis, contribuirá a escalarla. Lo demás, será un verdadero polvorín con consecuencias impredecibles.
El gobierno y quienes lo respaldan ya están jugados, no hay vuelta atrás; ojalá que el precio que paguemos por esta apuesta no resulte bastante costoso, (sobre todo a nivel humanitario) si por el contrario, este es el mejor camino, pues bienvenido sea y que Dios nos ampare porque lo que se viene lo vamos a lamentar.
En este país todo el mundo habla de paz y justifican sus acciones como necesarias para alcanzarlas. La guerrilla dice que su lucha es por la paz de Colombia (y eso no se lo creen si no ellos). Las mal llamadas “autodefensas” señalan que surgieron como una respuesta a los atrocidades de la insurgencia y que su lucha también era por la paz. Y el gobierno actual, -después de un fracasado proceso de paz del ex presidente Pastrana- llegó al poder con la tesis, según la cual, la única senda para alcanzar la paz era la solución militar a la “amenaza terrorista”.
Durante los últimos seis años, el país (por lo menos un amplio sector) ha estado sintonizado con la llamada política de “seguridad democrática”, la cual tiene como objetivo derrotar militarmente a la guerrilla o por lo menos, reducirla a tal punto que la obligue a negociar bajo las condiciones impuestas por el gobierno.
Con el visto bueno de quienes eligieron y reeligieron al presidente Uribe, éste, empezó a hacer la tarea con un amplio cheque en blanco y un respaldo que han dejado en un segundo plano y minimizados los grandes errores de su gobierno, a la gente no le interesan sus fallos, al contrario, cada vez que la embarra, es rodeado y quienes lo respaldan cierran filas en torno suyo.
La última muestra de esta actitud es lo que está pasando con Ecuador. Quien desató la crisis fue el presidente Uribe al violar la soberanía del país hermano; el problema no fue la muerte de Raúl Reyes, al fin y al cabo estaba alzado en armas contra el Estado y en cualquier momento podía ser dado de baja en combate. La cuestión es que no se puede entrar a un territorio ajeno como “Pedro por su casa” porque eso trae los problemas que ahora estamos viviendo y ante los ojos del mundo el gobierno colombiano podria quedar muy mal parado.
En cuanto al problema con Venezuela, eso ya es harina de otro costal. Está claro que por mucho que se critique al presidente Uribe, que no se compartan sus políticas de gobierno, que no se esté de acuerdo con la forma como está gobernando el país, no se pueden aceptar, ni mucho menos tolerar, los insultos e improperios descarados de Chávez, gústenos o no, Uribe es el jefe del Estado y un extranjero no puede venir a maltratarlo de esa manera. Además, eso lo único que logra es despertar el nacionalismo y el orgullo patrio de los colombianos y por tanto el apoyo unánime al presidente.
El precio de esta guerra ya no solamente será en el orden interno, el conflicto se ha internacionalizado, las relaciones con Venezuela y Ecuador van de mal en peor; el gobierno ha decidido jugársela por destapar ante la comunidad internacional los “nexos” del gobierno ecuatoriano con las farc y denunciar a Chaves ante la corte penal internacional por su supuesto apoyo a grupos terroristas; estos dos actos, en vez de solucionar la crisis, contribuirá a escalarla. Lo demás, será un verdadero polvorín con consecuencias impredecibles.
El gobierno y quienes lo respaldan ya están jugados, no hay vuelta atrás; ojalá que el precio que paguemos por esta apuesta no resulte bastante costoso, (sobre todo a nivel humanitario) si por el contrario, este es el mejor camino, pues bienvenido sea y que Dios nos ampare porque lo que se viene lo vamos a lamentar.
En fin, como dicen sus más fervorosos y entusiastas seguidores:
"Adelante presidente!!!" (y cuidado con el abismo)
"Adelante presidente!!!" (y cuidado con el abismo)