
Tomo prestado este titulo del buen Gabo para hacer alusión a la noticia del día: por fin se retira Fidel Castro del poder en Cuba. Y en todo el mundo se comenta el histórico suceso, menos en la isla. No tenía planeado escribir sobre el particular, pero quiero aprovechar esta coyuntura para dejar constancia de mi posición frente al asunto cubano.
Considero que muchos tratamos de opinar al respecto, ya sea a favor o en contra, con desconocimiento de causa. Quienes acusan a Castro de ser un dictador, un tirano, olvidan los avances sociales que durante su largo mandato se han alcanzado en Cuba, a saber, una educación de altísima calidad (muy por encima de la colombiana), la salud también ha sido de vanguardia, a nivel deportivo ni se diga. Pero… ¿a qué costo?
Ha sido muy grande el sacrificio de ese pueblo para disfrutar de esos “privilegios” sobre todo en cuanto a libertades se refiere, por ejemplo: ¿Hay libertad de expresión? ¿Hay libertad de asociación?. Dos generaciones enteras han vivido en Cuba sin tener la oportunidad de elegir, son hijos de la revolución, ésta les marco el destino y como en toda nomenclatura, unos han gozado de los privilegios y otros han optado por el exilio. Ser hijo de una revolución significa también estar adoctrinado, los “malos” son los “otros”, en Cuba adoctrinan al pueblo yo creo que desde antes de nacer, “patria o muerte” y el que logre desprenderse de esta poderosa alineación es tildado de traidor a la revolución y como tal debe pagar.
Ahora, ¿Sería diferente la suerte de Cuba sino hubiese sido sometida a lo largo de mas de 40 años a ese criminal embargo económico impuesto por Estados Unidos? Nunca lo sabremos, lo cierto es que todas las medidas que se tomaron para sacar a Fidel del poder, lo único que hicieron fue afianzarlo aún más, y como un hábil estratega que fue, se las arreglo para hacerse “indispensable”, para convertirse en el papá de los cubanos, en el gran hermano al estilo de 1984.
Fidel es de odios y amores extremos. Es difícil no sucumbir al encanto de esta figura, la última gran figura política de los últimos tiempos; de hecho, suele decirse que hasta sus más férreos enemigos lo admiran, pero le ha llegado su fin, como todo los mortales, algún día tenia que apagarse su luz para aquellos que vieron en él un nuevo padre de la patria, ese que los liberó de la dictadura de Batista, pero que en opinión de sus críticos, los sometió a su propia dictadura, arrastró a su pueblo a soportar su lucha personal con el “el imperio” y talvez eso es lo que muchos admiran, su dignidad, su valentía para no arrodillarse, ni ceder ante los constantes ataques; de modo que morirá satisfecho por que se dio el lujo de morir de viejo y no le dio el placer a sus opositores de verlo derrocado o asesinado como lé sucedió a quienes en otras latitudes osaron desafiar al coloso del norte.
¿La historia lo absolverá? Nadie lo sabe, pero en el fondo estoy convencido que será mas benevolente que con otros dictadores que no viene al caso nombrar, lo cierto es que su fin debería dejarnos a las nuevas generaciones una lección: los pueblos no pueden ni deben generar dependencias personales, no se puede determinar el destino de millones de personas bajo el capricho de un gobernante que convencido de su misión arrastra a sus compatriotas por un camino que ellos no escogieron. Siempre deben ser más fuertes las instituciones, los hombres somos pasajeros, no somos más que huéspedes del destino, y siempre es mejor que sea uno el que construya su porvenir –para mal o para bien- y no un ser con “inteligencia superior” cuyas mieles del poder ya lo han enceguecido.
Considero que muchos tratamos de opinar al respecto, ya sea a favor o en contra, con desconocimiento de causa. Quienes acusan a Castro de ser un dictador, un tirano, olvidan los avances sociales que durante su largo mandato se han alcanzado en Cuba, a saber, una educación de altísima calidad (muy por encima de la colombiana), la salud también ha sido de vanguardia, a nivel deportivo ni se diga. Pero… ¿a qué costo?
Ha sido muy grande el sacrificio de ese pueblo para disfrutar de esos “privilegios” sobre todo en cuanto a libertades se refiere, por ejemplo: ¿Hay libertad de expresión? ¿Hay libertad de asociación?. Dos generaciones enteras han vivido en Cuba sin tener la oportunidad de elegir, son hijos de la revolución, ésta les marco el destino y como en toda nomenclatura, unos han gozado de los privilegios y otros han optado por el exilio. Ser hijo de una revolución significa también estar adoctrinado, los “malos” son los “otros”, en Cuba adoctrinan al pueblo yo creo que desde antes de nacer, “patria o muerte” y el que logre desprenderse de esta poderosa alineación es tildado de traidor a la revolución y como tal debe pagar.
Ahora, ¿Sería diferente la suerte de Cuba sino hubiese sido sometida a lo largo de mas de 40 años a ese criminal embargo económico impuesto por Estados Unidos? Nunca lo sabremos, lo cierto es que todas las medidas que se tomaron para sacar a Fidel del poder, lo único que hicieron fue afianzarlo aún más, y como un hábil estratega que fue, se las arreglo para hacerse “indispensable”, para convertirse en el papá de los cubanos, en el gran hermano al estilo de 1984.
Fidel es de odios y amores extremos. Es difícil no sucumbir al encanto de esta figura, la última gran figura política de los últimos tiempos; de hecho, suele decirse que hasta sus más férreos enemigos lo admiran, pero le ha llegado su fin, como todo los mortales, algún día tenia que apagarse su luz para aquellos que vieron en él un nuevo padre de la patria, ese que los liberó de la dictadura de Batista, pero que en opinión de sus críticos, los sometió a su propia dictadura, arrastró a su pueblo a soportar su lucha personal con el “el imperio” y talvez eso es lo que muchos admiran, su dignidad, su valentía para no arrodillarse, ni ceder ante los constantes ataques; de modo que morirá satisfecho por que se dio el lujo de morir de viejo y no le dio el placer a sus opositores de verlo derrocado o asesinado como lé sucedió a quienes en otras latitudes osaron desafiar al coloso del norte.
¿La historia lo absolverá? Nadie lo sabe, pero en el fondo estoy convencido que será mas benevolente que con otros dictadores que no viene al caso nombrar, lo cierto es que su fin debería dejarnos a las nuevas generaciones una lección: los pueblos no pueden ni deben generar dependencias personales, no se puede determinar el destino de millones de personas bajo el capricho de un gobernante que convencido de su misión arrastra a sus compatriotas por un camino que ellos no escogieron. Siempre deben ser más fuertes las instituciones, los hombres somos pasajeros, no somos más que huéspedes del destino, y siempre es mejor que sea uno el que construya su porvenir –para mal o para bien- y no un ser con “inteligencia superior” cuyas mieles del poder ya lo han enceguecido.