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lunes, 14 de abril de 2008

Y ESTA GENERACIÓN… ¿QUÉ?


¿En que andamos los jóvenes de hoy? ¿Qué percepción tienen nuestros mayores de las nuevas generaciones? ¿Cuál será nuestro legado para quienes vienen detrás de nosotros? ¿Seremos acaso una generación perdida, domesticada y alienada? Cada nueva generación tiene una responsabilidad histórica ¿Cuál será la nuestra? Este articulo lo escribo pensando especialmente en aquellos que nacimos en las postrimerías de los años 70s y en los albores de los 80s, es decir, para los que hoy merodeamos por los 23 y 32 años y nos tocó vivir en el país del sagrado corazón, en una época marcada por la degradación de un longevo conflicto, que sin quererlo, hemos tenido que heredar.

Haciendo una comparación con los jóvenes de antaño, encuentra uno que a pesar de los avances tecnológicos y de la posibilidad de acceder al conocimiento; los jóvenes de hoy somos más perezosos, leemos menos, pocos nos esforzamos por conocer nuestra historia, y es común dar con personajes contagiados de “importaculismo”.

“Nunca como en la actualidad hemos experimentado tanta pobreza intelectual”. Así lo escribe en uno de sus libros mi maestro de universidad (Luis Roberto) Los jóvenes de hoy andamos pensando en “los huevos del gallo” mostrando poco o ningún interés en la construcción de un mejor país; una política más transparente, sin tanto “ladrón de cuello blanco”; sin fuerzas oscuras que con la ayuda de inescrupulosos y corruptos políticos se tomaron el poder publico y ahora posan como “santos inocentes” y perseguidos. De modo que para eliminar de la escena a estos inmundos personajes, los jóvenes de hoy debemos leer más, atrevernos a escribir, a expresar abiertamente nuestro punto de vista, a formar grupos de debate, a pensar en las cosas del país, a ser mas veedores, a cuidar lo publico, a fiscalizar, etc.

Pero ¿Qué tan lejos estamos de ser una generación con postura, con sentido critico? Nuestros mayores tienen su opinión dividida frente a los jóvenes de hoy. Unos nos ven como la esperanza, como la generación que por fin va a encaminar al país por la senda del desarrollo y la justicia social, a pesar del funesto legado de odio y violencia que nos han dejado. Otros, -parafraseando a mi maestro- piensan que los jóvenes no cultivamos el cerebro, que estamos confundidos, que nuestras angustias las resolvemos en el vicio: alcohol, drogas, sexo… Que nada sabemos de cómo marcha la economía del país, mucho menos del país en el que vivimos. Y del mundo globalizado: ¡Qué vamos a saber! ¡Pero si estamos en la universidad!!! ¡Pero si somos profesionales!!!

Tampoco hay que ser injustos. Esta generación tiene de todo; exponentes muy brillantes, pilos, comprometidos, que en verdad están trabajando anónimamente por su país. Sin embargo, carecemos de identidad, estamos polarizados, no nos ponemos de acuerdo a la hora de definir cuales son los principales problemas del país, ni mucho menos cual debería ser nuestro rol en la solución de los mismos. Lejos estamos de aquella generación de la Séptima Papeleta, quienes nos dejaron el legado de una nueva Constitución, liberal y progresista. Nosotros, si no hacemos algo, le vamos a dejar a nuestros sucesores un Estado capturado por la mafia, con gobernantes demagogos, corruptos, clientelistas, populistas, con vocación de perpetuidad en el poder, que cambian las reglas del juego democrático a su antojo y que haciendo uso de las mas finas estrategias propagandísticas se hace al favor de un amplio sector de la sociedad que no se alarma ante la inminente concentración del poder.

Personalmente, me resisto a creer que vayamos a ser una generación perdida. Hoy más que nunca, Colombia requiere una juventud comprometida, pensante, combativa en las ideas, en los argumentos, libre de dogmatismos ideológicos; vacunados contra males como la ignorancia, el pensamiento único, la alineación y el fervor por un gobernante.

Esta generación puede ser entonces la de los emprendedores sociales y empresariales. La de aquellos que promovieron el trabajo solidario y cooperativo por encima de la competencia; la de los generadores de empleo y bienestar; la que con valentía y decisión sacó de la escena política a los corruptos, ladrones, picaros y vividores que se tomaron la administración del Estado.

Esto es, pues, lo que piensa un miembro más de esta generación, convencido de la importancia de la palabra escrita y del positivo efecto que la misma puede tener en las mentes de quienes invierten parte de su tiempo en la lectura de estas humildes reflexiones.

lunes, 10 de marzo de 2008

EL ANALFABETISMO POLITICO



El analfabetismo político es uno de los principales problemas padecidos por Colombia. En apariencia no existe, pero sus consecuencias han sido lamentables en la medida en que las malas elecciones o la negativa a participar de los procesos políticos han facilitado la llegada al poder de grupos o individuos ávidos de explotar las arcas del Estado o de colocar éste al servicio de intereses particulares, en detrimento de la atención a los grandes dificultades sociales.

Pero… ¿Es la ignorancia política responsabilidad del individuo? O por el contrario: ¿No será acaso ésta inducida por aquellos que han detentado el poder históricamente, quienes ven como una amenaza a sus privilegios la formación política de los electores? En realidad, ambos tienen su cuota.

Por un lado, todo ciudadano –por el hecho de serlo- está en la obligación de: conocer la historia de su país, aprender a discernir con claridad cual es la mejor opción política, no dejarse influenciar por las presiones de los grandes medios, tener su propia postura ideológica, acorde –claro está- a su respectivo contexto. Pero una cosa es el deseo y otra muy diferente la realidad.

En Colombia, cuando la gente asume una posición política, muchos lo hacen más llevados por las apariencias, sin una seria reflexión; no tienen en cuenta su entorno, sus intereses, ni mucho menos evalúan los efectos que pueden tener sobre su futuro las decisiones que toman por ellos. Por eso, no es raro ver personas de estratos bajos, amas de casa, obreros, sindicalistas, gays, estudiantes universitarios de clase media, docentes, profesionales, entre otros; defendiendo una diestra ideología que en cabeza de unos cuantos poco a poco va minando la democracia.

Esos son los que se benefician del analfabetismo político. Para ellos, entre más ignorante sea el pueblo, mas fácil se hace su manipulación; se le enreda con falaces argumentos que encuentran un eco mediático y para ganar sus simpatías, explotan sentimientos patrioteros difíciles de resistir por parte de un cerebro vulnerable. Tan efectivas son sus estrategias que cuando algunos se atreven a controvertir sus sofismas, son tildados de antipatriotas, lo mismo que condenados y maltratados por aquellos a quienes intentan abrirles los ojos.

De modo que, el analfabetismo político también es inducido, y las estrategias para ello son absolutamente efectivas y poderosas. En esa tarea juega un papel determinante el sistema educativo en todos sus niveles; en la escuela no se enseña a los jóvenes a pensar, ni a tener una actitud critica frente a su realidad. Aparentemente la universidad es el espacio para el debate, pero en muchas ni siquiera se promueve, pareciera que el único interés fuera producir dóciles obreros en masa para el mercado laboral, sin una posición política definida, más allá de la dictada por los ya nombrados grandes medios. De ahí que no sea raro ver profesionales -que supuestamente tuvieron una formación integral- apáticos frente a la política, como si esta no afectara nuestra vida; indiferentes frente al sufrimiento del otro, frente al infortunio de aquellos que no tuvieron la posibilidad de acceder a una universidad.

Para colmo, el analfabetismo político es el que permite ver y aceptar con normalidad un hecho injusto y contradictorio. Es éste la obligación de prestar servicio militar. Te venden la idea de que es un compromiso con tu país, pero a la hora de pedirle al Estado en cabeza de quienes lo administran, que te eduque y te de la posibilidad de entrar a una Universidad, ahí si te saca el cuerpo, argumentando que no hay presupuesto, al contrario, de a poco se va reduciendo la escasa cobertura de la universidad pública.

Así las cosas, a un colombiano de a pie no le queda más remedio que colocarse a trabajar por un mísero salario, formar una familia y tratar de mantenerla con lo poco que gana. En ese escenario que le va a quedar tiempo para dedicarse a pensar en cosas políticas, lo mismo le da quien gobierne el país, y al servicio de que intereses.

En resumidas cuentas, por todo lo anterior, el analfabetismo político en una nación como la nuestra, parece imposible de erradicar. Salvo que algún día tomemos conciencia de la importancia y presencia de la política en nuestras vidas y al fin actuemos en consecuencia.

martes, 11 de diciembre de 2007

EL PERIODISMO UNIVERSITARIO ¿EL QUINTO PODER?


La semana pasada hacia una crítica al pobre rol de los grandes medios de comunicación como veedores de las prácticas gubernamentales y como más bien, ejercían una notable influencia en la formación de la mentalidad sumisa. De igual forma, hacía la salvedad sobre el hecho de que afortunadamente existían los medios alternativos que de una manera independiente y ética informan, pero sobre todo forman a la comunidad.

Entre dichos medios alternativos de comunicación se encuentra el periodismo escrito universitario. Ahora bien, ¿Cuál es su realidad actual? ¿Cuál es su presencia y su influencia en la población estudiantil colombiana? ¿Es una prensa independiente o está sujeta a la voluntad de las directivas de las respectivas instituciones? Y lo que en gran parte de los casos es lo más complicado a la hora de sacar adelante proyectos de esta índole ¿Cómo se financian?

El periodismo universitario colombiano está todavía muy lejos de tener alcance nacional, sigue siendo marginal, de hecho, son muy pocos los que son conocidos más allá de su propia universidad de origen. Por otro lado, a diferencia de la prensa tradicional –quienes se encuentran debidamente agremiados en ANDIARIOS- la prensa universitaria no cuenta con ninguna asociación, ni actúan en red para colaborarse en su labor; salvo contadas excepciones, son muy pocos los premios y los reconocimientos que se le han hecho a quienes han incursionado en este campo; que no siempre son estudiantes o profesionales de la comunicación.

Al no trabajar entonces mancomunadamente, se pierde la oportunidad de hacer frente común para procurar la solución de los problemas propios de la vida universitaria y de la juventud en general; mucho menos se nota la influencia en la discusión de los temas de índole nacional. Lo cual es lamentable, ya que se supone que de la academia y sus protagonistas (los estudiantes) deberían salir unas creativas formulas para combatir los males del país; el más de ellos, la ignorancia política.

Periodismo universitario si hay, pero de los pocos periódicos que existen la mayoría dependen considerablemente de presupuestos institucionales, son muy contados -casi inexistentes- los que se mantienen de una forma totalmente independiente, y menos los que son conformados exclusivamente por estudiantes; quienes de una manera casi quijotesca tratan de mantener a flote un medio que les de la oportunidad de expresar su sentir y pensar sobre los asuntos de su universidad y del país.

De manera que si los grandes medios son considerados como el cuarto poder; si la prensa universitaria se organizara, se agremiara, si actuara en conjunto, bien podría constituirse en el quinto poder. Porque a diferencia del ciudadano del común, el universitario es más contestatario, no traga tan entero, no se le puede enredar tan fácil. (Aunque como en todo, hay excepciones)

Ahí puede estar entonces el quinto poder, en el periodismo universitario, ojalá independiente, autónomo, al servicio de la verdad y no de unos intereses particulares; consciente de la importancia que podría llegar a adquirir en la formación política de la ciudadanía en general, además del necesario control y veeduría de los recursos que (por cierto son tan pocos) se invierten en la educación.

martes, 4 de diciembre de 2007

LA FORMACIÓN DE LA MENTALIDAD SUMISA


Se dice que los medios de comunicación son el cuarto poder; además del ejecutivo, el legislativo y el judicial. En un país como Colombia: ¿qué tan cierto será dicha afirmación? ¿No serán por el contrario los grandes medios unos apéndices del ejecutivo? ¿Son éstos realmente independientes, objetivos y éticos? ¿Contribuyen efectivamente con la formación política, social y ciudadana de los individuos?

Vicente Romano, -autor del libro que da nombre a éste articulo- señala acertadamente que la “fe en la información ha producido la impresión de que la prensa, la radio y la televisión son medios de información o comunicación; si se miden por su volumen de producción sirven sobre todo al reclamo publicitario y al entretenimiento. La prensa del corazón es más numerosa que la de información general (por eso no es raro que la revista TV y Novelas sea la mas leída en Colombia, por encima incluso de la revista SEMANA) y se utilizan primordialmente, no para reducir la ignorancia, sino para cubrir temporal y ficticiamente los déficit emocionales con la distracción para matar el tiempo”

Sería injusto incluir en una misma canasta a todos los medios de comunicación, por fortuna, existen los medios alternativos, quienes en una quijotesca labor tratan de resistir a los embates de las multinacionales mediáticas, las cuales acuden constantemente a la manipulación, “produciendo deliberadamente mensajes que no concuerdan con la realidad social” –como diría Romano- para crear opiniones en incautos espectadores que creen ingenuamente en la “loable” defensa del bien común por parte de dichos medios, cuando lo cierto es que sólo actúan en defensa de unos intereses particulares e incluso hasta de clase. Tan efectivos son esos mensajes que han logrado sumir a la mayoría de los colombianos en una especie de letargo e hipnosis colectiva en la que es difícil darse cuenta que somos victimas de la imposición de una realidad virtual y por ende vivimos de espaldas a la verdadera realidad.

En el siglo XXI entonces, los medios, los que otrora tumbaran gobiernos y fueran veedores de las practicas gubernamentales, ahora están al servicio de quienes detentan el poder económico, que son los mismos que en ultimas sustentan el poder político y se dan sus mañas para controlar también el poder del conocimiento. Es decir, el que tiene el oro hace las reglas y las impone; y el ignorante creyéndose culto, dócilmente las acepta.

Porque de sumisos es de lo que está lleno éste país; de personajes que sólo se nutren de las informaciones oficiales y que no acuden a otras fuentes para contrastar las mentiras que a diario salen de palacio, se conforman con repetir los mismos y manidos argumentos que no resisten la fuerza del análisis pero que finalmente terminan imponiéndose gracias al eco de los grandes medios.

¿Estamos entonces ante una sociedad sumisa? ¿Una sociedad que ha personificado la política y que en medio de su desespero ha depositado su suerte en las manos de un individuo que se cree el salvador? ¿Cuál ha sido la responsabilidad de los grandes medios en dicho fenómeno?

Lo cierto es que hay que estar atentos, mantener los ojos abiertos y no creer ciegamente en todo lo que nos bombardean a diario como supuesta información los grandes medios de comunicación, se debe acudir también a otras fuentes, se debe contrastar, sopesar, analizar; porque en un país tan complejo como el nuestro se corre el riesgo de emitir juicios basados en informaciones prefabricadas y con otras intenciones menos las de informar.

En fin, a toda costa se debe evitar tener una mentalidad sumisa.

martes, 16 de octubre de 2007

LOS HIJOS DE…



Lamentablemente, la semana anterior falté a mi habitual ejercicio de escribir, y aunque no me gustan las excusas, debo decir que se debe al trabajo intenso que estoy realizando para sacar adelante la publicación del primer periódico estudiantil en la historia de la Universidad Católica de Colombia (EL ALTAVOZ) financiado, dirigido y elaborado exclusivamente por y para estudiantes. Razón por la cual, le quedé mal a mis estimados lectores.


Pero esta semana no voy a escribir sobre ese hermoso sueño que muy pronto será una bella realidad, sino de algo que -aunque no faltará el que considere son alaridos propios de un "resentido social"- considero es necesario abordar, sobre todo en estos días preelectorales en los que por enésima vez en la historia de "Locombia" se lanzan a la arena política los denominados "delfines" y asumen el relevo de sus "ilustres" padres que "tanto le aportaron a la patria".

Son los que llamo LOS HIJOS DE… aquellos que han nacido en familias de cuna dorada, y en parte gracias a su rancio abolengo han ocupado posiciones destacadas en todas las esferas de la vida nacional, como si se tratase de una verdadera realeza al estilo de la Francia del rey sol. En esta oportunidad hablaré entonces de los "delfines" en el periodismo, en el sector empresarial y en la política. (Cuya presencia en esta última me desagrada de sobremanera), tres áreas que a mi juicio representan al establecimiento en Colombia y por ende a quienes detentan el poder.

En el periodismo, son "distinguidos" los nombres de padres e hijos que se han destacado en este oficio, y los apellidos son toda una institución, los Cano, los Santos, los Caballero, los Samper, quienes generación tras generación se han sucedido en las primeras paginas de la opinión nacional; por ejemplo, el hoy director de la Revista Semana, Alejandro Santos, es hijo del actual codirector de El Tiempo, Enrique Santos Calderón, nieto a su vez de Hernando Santos Castillo y bisnieto de Enrique Santos Montejo el celebre "Calibán" que con su famosa "Danza de las horas" fue testigo del acontecer nacional durante décadas. Toda una dinastía periodística. Claro está que los Samper no se quedan atrás; desde los tiempos del viejo José María, de Daniel Samper Ortega en la década de los 30, a Daniel Samper Pizano y a su hijo, Daniel Samper Ospina, quien se ha de deleitar con las modelitos de SOHO. Otro que hace parte de esa "constelación" es Antonio Caballero, -hijo de Eduardo Caballero Calderón y sobrino del inolvidable "Klim"-, quien junto con el autor de "Dejémonos de vainas" se han caracterizado por atacar a esa oligarquía de la que son conscientes formar parte, pero a la que no le niegan su cuota de responsabilidad en los males del país.


Por otro lado están los "delfines" del sector empresarial, cuyos apellidos tienen un peso enorme en la vida nacional, Santo Domingo, Ardila Lulle, Sarmiento Angulo, y me cuesta recordar mas, debe ser porque los multimillonarios de este país, son tan pocos que sobran los dedos de la mano para enumerarlos, en cambio la concentración de su riqueza alcanza cifras escandalosas, sobre todo en un país donde mas del 90 por ciento de la población vive en la pobreza y la brecha parece ampliarse cada vez mas. Desde mi punto de vista, son estos los que manejan los hilos del poder, los que quitan y ponen a la mal llamada clase política, quienes no son mas que sus títeres que engañan al pueblo pretendiendo mostrarse como representantes de los intereses generales pero que en ultimas solo obedecen a intereses particulares de sus padrinos y mecenas.


Y son los hijos de éstos, los políticos, los que sin ninguna clase de escrúpulos se alistan a recoger las banderas de sus padres para continuar con tan loable labor, en beneficio de los nobles intereses de la patria. Y estos nefastos especímenes si que han abundado en Colombia que no aprende la lección pues cada vez que hay relevo generacional acude con entusiasmo a la prolongación de su yugo, siendo engañados una y otra vez, y estos son Ospinas, y Sardis, y Gomez, y Lopez, y recientemente, Gavirias y Galanes, y al paso que vamos, nada tendría de raro que mañana nos "clavaran" a los Uribes.


De los tres, los "delfines" que mas desprecio son los de la política, no me gustan porque acuden a los mismos y manidos argumentos de sus padres, cuando orgullosos se sienten y la historia ha sido un poco generosa con ellos, porque cuando se trata de personajes que estuvieron en conflicto con la ley, hacen todo lo posible por renegar de su pasado. Hoy, como suele suceder en este macondiano y folklórico país los "delfines" en la política tienen diversos orígenes, desde los hijos del mártir sacrificado por la violencia del narcotráfico, pasando por los hijos de condenados en el proceso 8.000 mil, e incluso hay campo hasta para los hijos de guerrilleros caídos en combate. Y un largo etc, etc, etc.


A larga, consideran algunos que no es ni culpa de los "pobres delfines", pensaran ellos que están cumpliendo con su destino de servirle a la patria, la responsabilidad en parte es de este pueblo ignorante que además de nunca aprender la lección, también es victima de la poderosa fuerza mediática de quienes controlan los grandes medios de comunicación e imponen candidatos acudiendo al corazón y para nada a la razón de los "lucidos" votantes quienes "inexplicablemente" terminan eligiendo, nuevamente, a LOS HIJOS DE…


miércoles, 26 de septiembre de 2007

¿PORQUÉ INTENTO ESCRIBIR?


Alguna vez leí por ahí que “ni siquiera una tonelada de educación podría cambiar una onza de prejuicio” y lo digo porque han sido ya varios los correos en los que se me agrede por mi posición antigobiernista y sobre todo antiuribista, lo triste es que son ataques contra la persona mas no contra los argumentos, expresiones como “seudointelectual trepador”, “resentido social”, “seudoguerrillero”, incluso hasta se me considera como un individuo cargado de “odio”, etc.
No obstante, también he recibido valiosa retroalimentación de personas que sin conocerme se toman el tiempo de debatir mis planteamientos y sin estar necesariamente de acuerdo conmigo plantean unos sólidos argumentos, cosa que me resulta valiosa pues es precisamente gracias a la crítica constructiva que se puede ir mejorando.
Son variados y diversos los interrogantes que me han planteado, entre otros, me preguntan: “¿Para quién escribe? ¿Para qué escribe? ¿Por quién escribe?” Considero que es necesario responder estas inquietudes pues soy consciente que he llegado con mis mensajes a muchas personas que ni siquiera saben quién ese individuo que irrumpe en sus correos cada semana con artículos cuyo contenido resulta incomodo y “abusivo” para unos e interesante y llamativo para otros.
Entonces, no escribo para nadie, es decir, no estoy al servicio de persona u organización alguna, este es simplemente un ejercicio unilateral que algún día se me ocurrió como una forma de compartir y hacer públicas mis opiniones. Escribo para aprender a hacerlo, creo que la única forma de adquirir maestría en el oficio es practicando y sometiendo a consideración de unos eventuales lectores lo que se escribe. No escribo por nadie en particular, aunque me he dado cuenta que inevitablemente lo que escribo siempre tiene como el objetivo de sembrar o despertar conciencias, lastimosamente mi generación es menos comprometida política y socialmente que las que nos antecedieron y son muy contados los jóvenes de hoy que se toman la “molestia” de dedicar parte de su tiempo a intentar pensar, pero más que ello a hacerlo con libertad, de una forma crítica y contestataria, no sumisa y borrega, tragando enterito todo lo que nos bombardean los grandes medios y lo que dicen los que supuestamente todo lo saben.
Ahora, no tengo ningún interés oculto, no utilizo seudónimos, no escribo de manera calculada, sencillamente quiero gritar muy fuertemente lo que siento y pienso frente al país y la forma como lo manejan, no me interesa complacer a mis hipotéticos lectores con razonamientos que de antemano no comparta, quizás en algo que si tendré consideración en adelante es en el tamaño de los artículos, creo que debo ser más concreto y conciso, con ello de paso voy trabajando mi capacidad de síntesis.
En fin, reitero enfáticamente, solo deseo aprender, y si este medio puede serme útil para tal propósito, no dudaré en visitarlo cada semana y conectarme así sea de forma virtual con todos aquellos que me hacen la deferencia de leerme.
Por último, muy respetuosamente los invito a leer, pero sobre todo a escribir, Saramago dice que todo el mundo debiera tener un diario por lo menos donde quede evidencia de su paso por este mundo, así que invito muy especialmente a los universitarios y profesionales que tanto le pueden aportar a este golpeado pero tan bello país.
Recuerden: “Las palabras se las lleva el viento, los escritos en cambio, perduran en el tiempo.”