Lamentablemente, la semana anterior falté a mi habitual ejercicio de escribir, y aunque no me gustan las excusas, debo decir que se debe al trabajo intenso que estoy realizando para sacar adelante la publicación del primer periódico estudiantil en la historia de la Universidad Católica de Colombia (EL ALTAVOZ) financiado, dirigido y elaborado exclusivamente por y para estudiantes. Razón por la cual, le quedé mal a mis estimados lectores.
Pero esta semana no voy a escribir sobre ese hermoso sueño que muy pronto será una bella realidad, sino de algo que -aunque no faltará el que considere son alaridos propios de un "resentido social"- considero es necesario abordar, sobre todo en estos días preelectorales en los que por enésima vez en la historia de "Locombia" se lanzan a la arena política los denominados "delfines" y asumen el relevo de sus "ilustres" padres que "tanto le aportaron a la patria".
Son los que llamo LOS HIJOS DE… aquellos que han nacido en familias de cuna dorada, y en parte gracias a su rancio abolengo han ocupado posiciones destacadas en todas las esferas de la vida nacional, como si se tratase de una verdadera realeza al estilo de la Francia del rey sol. En esta oportunidad hablaré entonces de los "delfines" en el periodismo, en el sector empresarial y en la política. (Cuya presencia en esta última me desagrada de sobremanera), tres áreas que a mi juicio representan al establecimiento en Colombia y por ende a quienes detentan el poder.
En el periodismo, son "distinguidos" los nombres de padres e hijos que se han destacado en este oficio, y los apellidos son toda una institución, los Cano, los Santos, los Caballero, los Samper, quienes generación tras generación se han sucedido en las primeras paginas de la opinión nacional; por ejemplo, el hoy director de la Revista Semana, Alejandro Santos, es hijo del actual codirector de El Tiempo, Enrique Santos Calderón, nieto a su vez de Hernando Santos Castillo y bisnieto de Enrique Santos Montejo el celebre "Calibán" que con su famosa "Danza de las horas" fue testigo del acontecer nacional durante décadas. Toda una dinastía periodística. Claro está que los Samper no se quedan atrás; desde los tiempos del viejo José María, de Daniel Samper Ortega en la década de los 30, a Daniel Samper Pizano y a su hijo, Daniel Samper Ospina, quien se ha de deleitar con las modelitos de SOHO. Otro que hace parte de esa "constelación" es Antonio Caballero, -hijo de Eduardo Caballero Calderón y sobrino del inolvidable "Klim"-, quien junto con el autor de "Dejémonos de vainas" se han caracterizado por atacar a esa oligarquía de la que son conscientes formar parte, pero a la que no le niegan su cuota de responsabilidad en los males del país.
Por otro lado están los "delfines" del sector empresarial, cuyos apellidos tienen un peso enorme en la vida nacional, Santo Domingo, Ardila Lulle, Sarmiento Angulo, y me cuesta recordar mas, debe ser porque los multimillonarios de este país, son tan pocos que sobran los dedos de la mano para enumerarlos, en cambio la concentración de su riqueza alcanza cifras escandalosas, sobre todo en un país donde mas del 90 por ciento de la población vive en la pobreza y la brecha parece ampliarse cada vez mas. Desde mi punto de vista, son estos los que manejan los hilos del poder, los que quitan y ponen a la mal llamada clase política, quienes no son mas que sus títeres que engañan al pueblo pretendiendo mostrarse como representantes de los intereses generales pero que en ultimas solo obedecen a intereses particulares de sus padrinos y mecenas.
Y son los hijos de éstos, los políticos, los que sin ninguna clase de escrúpulos se alistan a recoger las banderas de sus padres para continuar con tan loable labor, en beneficio de los nobles intereses de la patria. Y estos nefastos especímenes si que han abundado en Colombia que no aprende la lección pues cada vez que hay relevo generacional acude con entusiasmo a la prolongación de su yugo, siendo engañados una y otra vez, y estos son Ospinas, y Sardis, y Gomez, y Lopez, y recientemente, Gavirias y Galanes, y al paso que vamos, nada tendría de raro que mañana nos "clavaran" a los Uribes.
De los tres, los "delfines" que mas desprecio son los de la política, no me gustan porque acuden a los mismos y manidos argumentos de sus padres, cuando orgullosos se sienten y la historia ha sido un poco generosa con ellos, porque cuando se trata de personajes que estuvieron en conflicto con la ley, hacen todo lo posible por renegar de su pasado. Hoy, como suele suceder en este macondiano y folklórico país los "delfines" en la política tienen diversos orígenes, desde los hijos del mártir sacrificado por la violencia del narcotráfico, pasando por los hijos de condenados en el proceso 8.000 mil, e incluso hay campo hasta para los hijos de guerrilleros caídos en combate. Y un largo etc, etc, etc.
A larga, consideran algunos que no es ni culpa de los "pobres delfines", pensaran ellos que están cumpliendo con su destino de servirle a la patria, la responsabilidad en parte es de este pueblo ignorante que además de nunca aprender la lección, también es victima de la poderosa fuerza mediática de quienes controlan los grandes medios de comunicación e imponen candidatos acudiendo al corazón y para nada a la razón de los "lucidos" votantes quienes "inexplicablemente" terminan eligiendo, nuevamente, a LOS HIJOS DE…
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