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¿Será muy utópico desear vivir en un país en el que el respeto por la diversidad sea la regla y no la excepción? Si nos atenemos a las formas, pareciera que Colombia se esta convirtiendo en esa tierra prometida. Por lo menos así lo sentí el pasado domingo 29 de junio en la marcha de la ciudadanía LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas) cuando presencie ese alegre carnaval que se tomó la carrera séptima con rumbo hacia la plaza de Bolívar.
El último domingo de junio de cada año es una fiesta para la comunidad LGBT, una celebración en la que confluyen elementos económicos, sociales, culturales, políticos, en fin, una vitrina que gira alrededor de la diversidad.
Colombia, particularmente Bogota, se ha convertido en un referente en América Latina en cuanto al reconocimiento de derechos para las personas LGBT se refiere. A pesar de que es relativamente joven la lucha, (comparado con Estados Unidos, Europa o México) se han obtenido logros importantes en el orden jurídico y social; Derechos patrimoniales y seguridad social en cuanto a lo primero; y con respecto a lo segundo toda una cultura que se ha venido construyendo y consolidando con el paso de los años.
La comunidad LGBT es una minoría, rica en diversidad, visiones, percepciones, quizás muy poco conocida entre la población en general, salvo en manifestaciones masivas como la marcha, en la que se pueden ver a miles de curiosos apostados en las aceras, presenciando el paso de individuos comunes y corrientes, cuya única diferencia es su orientación sexual, y de no ser por el colorido espectáculo que le dan las transexuales y transformistas al evento, podría pasar incluso hasta desapercibido.
Produce satisfacción el constatar el nivel de tolerancia de quienes desde la barrera acompañan la marcha. Hace años eso era impensable. Hoy, vemos como los padres madres de familia asisten con sus hijos a un evento de esas características, sin escandalizarse, sin prejuicios, sin discriminación. Lo cual indica que en Colombia estamos progresando, no vivimos aun en un paraíso, ni todavía se ha erradicado el inconciente colectivo la incomoda homofobia, pero el hecho de que se pueden dar este tipo de manifestaciones es un buen indicador de que vamos por buen camino.
Por eso, al margen de nuestra orientación sexual, y desde cada una de nuestras trincheras, debemos hacer nuestro aporte para que este país tan diverso en climas, culturas, colores, sabores, expresiones y pensamientos, cada día sea más incluyente y reconozca de forma integral la presencia del otro, y lo mas importante, tome conciencia de que aquí cabemos todos.
El último domingo de junio de cada año es una fiesta para la comunidad LGBT, una celebración en la que confluyen elementos económicos, sociales, culturales, políticos, en fin, una vitrina que gira alrededor de la diversidad.
Colombia, particularmente Bogota, se ha convertido en un referente en América Latina en cuanto al reconocimiento de derechos para las personas LGBT se refiere. A pesar de que es relativamente joven la lucha, (comparado con Estados Unidos, Europa o México) se han obtenido logros importantes en el orden jurídico y social; Derechos patrimoniales y seguridad social en cuanto a lo primero; y con respecto a lo segundo toda una cultura que se ha venido construyendo y consolidando con el paso de los años.
La comunidad LGBT es una minoría, rica en diversidad, visiones, percepciones, quizás muy poco conocida entre la población en general, salvo en manifestaciones masivas como la marcha, en la que se pueden ver a miles de curiosos apostados en las aceras, presenciando el paso de individuos comunes y corrientes, cuya única diferencia es su orientación sexual, y de no ser por el colorido espectáculo que le dan las transexuales y transformistas al evento, podría pasar incluso hasta desapercibido.
Produce satisfacción el constatar el nivel de tolerancia de quienes desde la barrera acompañan la marcha. Hace años eso era impensable. Hoy, vemos como los padres madres de familia asisten con sus hijos a un evento de esas características, sin escandalizarse, sin prejuicios, sin discriminación. Lo cual indica que en Colombia estamos progresando, no vivimos aun en un paraíso, ni todavía se ha erradicado el inconciente colectivo la incomoda homofobia, pero el hecho de que se pueden dar este tipo de manifestaciones es un buen indicador de que vamos por buen camino.
Por eso, al margen de nuestra orientación sexual, y desde cada una de nuestras trincheras, debemos hacer nuestro aporte para que este país tan diverso en climas, culturas, colores, sabores, expresiones y pensamientos, cada día sea más incluyente y reconozca de forma integral la presencia del otro, y lo mas importante, tome conciencia de que aquí cabemos todos.
1 comentario:
que tristesa que una revista utilice todos los medios para hacer entender a la gente que todo lo antinatural lo hacen ver natural como que el homosexualismo,prostitucion,destapes erotios donde dicen ser un arte que tristesa de ustedes. como decimos en teologia no nos preocupa ustedes porque ya estan en la antesala del infierno encualquier momento llegar su premio para ustedes. siembren conciencia y no prostituyan a la gente.
mis respetos y que vulgar revista
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